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La Khaleesi

Hay lecciones del vendaval Díaz Ayuso que incluso Díaz Pacheco podría aplicarse muy bien

Escribí una perseverante serie de artículos en defensa de Susana Díaz cuando se planteaba, con indecisiones que a la larga le fueron fatales, si plantarle cara a un Pedro Sánchez que ya enseñaba la patita. Como eran los tiempos de la serie Juego de Tronos la llamé la Khaleesi. Susana se aparecía como Daenerys de la Tormenta, la que no arde, la Rompedora de cadenas, la Madre de Dragones, la Reina de los Ándalos [sic], de los Rhoynar y de los Primeros Hombres, etc. Sobre todo, porque también procrastinaba su asalto a los Siete Reinos capítulo tras capítulo, interminablemente. Al final, pareció que Pedro Sánchez la había derrotado y que asistíamos a su disolución a cámara lenta.

Sin embargo, con las primarias andaluzas cabalga de nuevo a lomos del dragón de la actualidad. Aunque es difícil enfrentarse al aparato de un partido y a sus órganos centrales, tiene sus bazas.

Por eso, me ha decepcionado tanto que tire de victimismo feminista para vender su candidatura. Por cuatro razones. Primero, porque ella sabe que eso es mentira. No es por mujer, ni mucho menos, que Pedro Sánchez no la quiere de líder andaluza ni en pintura. Nadie ignora que ella pertenece a otro partido socialista, con mucho más sentido de Estado. Segundo, porque esa táctica implica utilizar el feminismo con fines espurios, rebajándolo a herramienta demagógica.

Peor es la tercera razón. Aleja a Susana de donde están todas sus bazas. Son peligrosas, por supuesto, pero es que ya advirtió el poeta romántico Hölderlin que "donde está el peligro está la salvación". Si Susana quiere ganar sus primarias y mantener un discurso capaz de ilusionar a los andaluces tiene que enfrentarse a Pedro Sánchez. Denunciar la crisis nacional, el desastre con Marruecos, el timo de la luz y los impuestos y postular otro socialismo. Decir la verdad y aprovechar las vacas flacas de un Sánchez que ha perdido el aura. Hay lecciones del vendaval Díaz Ayuso que incluso Díaz Pacheco podría aplicarse. Por último, si denunciase la deriva sanchil, reivindicaría los pasos que dio en el pasado y la razón profética que la asistía cuando se opuso a él. Se descartaría así de las sombras de deslealtad que se le quedaron adheridas.

Los riesgos de implosión socialista son evidentes; pero Susana no tiene más alternativa que ir por derecho. Si duda, como dudó entonces, el aparato del partido le hará la envolvente, y perderá ella (y el partido).

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