Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Jura de bandera

La gente debe entender que si no agrada algo lo que hay que hacer es ignorarlo, no agredirlo. Se llama tolerancia

No he tenido nunca una bandera, ni siquiera del Atlético de Madrid. Miento: tuve una andaluza que me robaron el 4 de diciembre de 1977 en la plaza de Tirso de Molina de Madrid y no sé cómo acabó en mi casa la bandera de España que alguien de nuestro equipo de fútbol llevaba a los desplazamientos al extranjero, bandera que regalé cuando jugamos en Tetuán hace seis meses porque en Marruecos se usa para protestar contra el sistema político. No he jurado bandera porque no he hecho la mili ya que soy inútil para el servicio, de lo que estoy muy orgulloso. Los jóvenes no saben de la que se libran ya que los hombres de mi generación vivíamos obsesionados con el servicio militar. Me libré de cumplirlo y de la obligación anexa que suponía la jura de bandera. Dicho todo lo anterior, comprendo que las banderas y los símbolos son importantes para mucha gente, motivo por el cual jamás he silbado un himno ni se me ha ocurrido vejar una bandera, por mucho que pudiera detestar lo que llevaba aparejado, caso de la estelada, por decir una mamarracha. Me parece un poco ridículo los que ondean banderas de otro país (la de Cuba, hace tiempo la de Grecia), comprendo los motivos de los que enarbolan banderas rojas o republicanas aunque nunca las he llevado, me provoca rechazo la bandera de falange, la requeté o la bandera española con el escudo franquista casi al mismo nivel que la del Real Madrid(en realidad es la misma). Por eso me merece respeto la jura de bandera del sábado en la plaza de la Catedral. Un grupo de ciudadanos quisieron rendirle su particular homenaje a la bandera constitucional y a lo que representa en un acto organizado por el Ejército. Yo no lo haría pero creo que es digno de respeto quienes lo han hecho. Jamás se me ocurriría limpiarme los mocos en la bandera como ha hecho Dani Mateo, pero me parece fuera de lugar que se organice un boicot a sus actuaciones: con no ir a sus espectáculos y no ver sus programas de televisión le hacen mayor desprecio quienes se han sentido ofendidos. Lo curioso del caso es que quienes apoyan a Dani Mateo se han puesto muy contentos porque han condenado a quien escribió unos versos desagradables sobre Irene Montero. Pues bien: tanto para Dani Mateo como para el poeta antipodemita existe la libertad de expresión. No hace falta reiterar que ampara a lo desagradable, a lo minoritario, a lo que va contracorriente. Tanto unos como otros deben entender que si no les agrada algo lo que tienen que hacer es ignorarlo, no agredirlo. Se llama tolerancia.

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