TODO el mundo no, es verdad, pero los políticos, esa raza incombustible y tan previsible en sus comportamientos públicos, sí son conscientes de la importancia cierta de las palabras. Por eso, por ejemplo, aunque usted vaya a un hospital y compruebe que algunos servicios, controles y camas están cerrados en verano, los responsables oficiales le harán caer en su error terminológico y le aclararán que están "reservados", es decir, que si hace falta se volverán a utilizar. Usted se dirá a sí mismo que eso es un cierre, aunque sea provisional, pero ellos insistirán en su palabrería. Todo ello, antes de simplemente contar la verdad: que la falta de dinero o la necesidad de ahorrarlo hace que el personal, que no se sustituye, disminuya considerablemente en vacaciones. Algo que sería honesto contar, e incluso justificar, pero ellos prefieren los juegos de palabras.