Juanillo pandémico

Era una oportunidad de oro para dedicar ese dinero a Asuntos Sociales y a los muchos pobres que no cobran

Ha sido curioso el proceso participativo de los Juanillos de 2020. En pleno jaleo del estado de alarma, el 18 de mayo, el Ayuntamiento de Cádiz abrió la inscripción para el tradicional concurso de mamarrachos susceptibles de ser quemados. El plazo concluyó el 1 de junio, resultando que el número de juanillos inscritos fue: cero patatero. Como si estuvieran de cuarentena con el Covid 19. Y los animosos grupos y asociaciones que otros años se lanzaron a las quemas organizadas, en esta ocasión pasaron del asunto. Cádiz se iba a quedar sin esta gran noche. ¿Juanillos con mascarillas? No, gracias. Sin embargo, ahí apareció el Ayuntamiento de Cádiz para anunciar que habría Juanillos, si bien remodelando la fiesta.

La solución adoptada es que el propio Ayuntamiento levanta un simbólico juanillo, para quemarlo como el dios Momo manda. En el castillo de San Sebastián, y a puerta cerrada (por las bullas), si bien televisado en directo por Onda Cádiz. Obsérvese la diferencia: los juanillos se montaban para quemar a los políticos (simbólicamente hablando), o lo primero que se les ocurriera. Hubiera sido inimaginable que el Ayuntamiento de Teófila Martínez montara un juanillo para quemar a Manolo Chaves, o a José Luis Rodríguez Zapatero. No por falta de ganas, eh, sino porque un Ayuntamiento no debe quemar a nadie; y si opta por algo políticamente correcto, se pierde la esencia picaresca del juanillo.

Era una oportunidad de oro para dedicar ese dinero a Asuntos Sociales y a los muchos pobres que todavía no están cobrando el ingreso mínimo vital. Sí, es la misma parida que se les ocurrió con los maceros del Corpus. ¿En qué se han gastado el dinero de los maceros? Poco ha faltado para quemar un juanillo con los maceros, o con Juancho Ortiz, que a fin de cuentas se llama Juan.

Para rematar la fiesta, han organizado una vista de fuegos artificiales en la Caleta, y dicen que se verá desde las azoteas de todo Cádiz. Para que la gente no se acerque y no se contagie con el coronavirus. Otro derroche inútil. El dinero de los fuegos artificiales se hubiera destinado mejor para los pobres, que no tendrán suficiente con el ahorro de los maceros patateros.

Y conste que soy un fan de los Juanillos, y de los Tosantos, y de esas fiestas en las que sale a relucir el peculiar gracejo gaditano. El mismo gracejo que ha llevado a Kichi a la Alcaldía. Siempre será mejor un juanillo que destrozar las playas aforadas con la excusa de la Noche de San Juan. Este año había pocas ganas, por culpa de la pandemia.

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