efecto moleskine

Ana Sofía / Pérez- / Bustamante /

Jodidos, pero contentos

ESCUCHO unas declaraciones de Diego López Garrido, Secretario para la Unión Europea, sobre los movimientos de protesta del Norte de África: les hace falta -dice- una estructura política y una clara percepción de que democracia equivale a progreso económico. Declaraciones llenas de sensatez, y no sólo para África: para España y para el movimiento del 15-M, una movilización que se ha resuelto en un evento de facebook para buena gente (tirando a jovencita). Hace falta una estructura política, sí. La coincidencia de la convocatoria del 15-M con las elecciones municipales hizo que los manifestantes renunciasen a su cariz político con tal de seguir ocupando plazas de manera pacífica. Pero sin cariz político, sin la firme determinación de intervenir en la cosa pública, la indignación se queda en retórica. Claro que ellos querían distanciarse de los partidos políticos hegemónicos, y de aquellos otros que, no teniendo apenas poder (y careciendo generalmente de la oportunidad de corromperse), en seguida sacaron su cabecita de soñadores y/u oportunistas para clamar: ¡eh, que los indignados son los nuestros! Sí, pero no. Los indignados piden democracia real, no esa feria de prebendas para la clase política, que se ha convertido en un odioso mandarinato chino sólo que aquí no acceden por oposición: un mandarinato del favor y por la cara. Los indignados somos quienes en las elecciones, con o sin carnet de partido, votamos. Y por ello exigimos de los partidos eficacia, honestidad y transparencia. Porque de lo contrario podemos sabotear unas elecciones tomando la calle políticamente, no bucólicamente. Y en las elecciones generales, no en las municipales. Escribía C. J. Cela en 1963: "En este valle de lágrimas faltan dos cosas: salud para rebelarse y decencia para mantener la rebelión. Todo lo demás es pacto y música de flauta". Todo lo demás es como aquel del chiste (real como la vida misma), que también contaba Cela: el españolito que, preguntado por cómo le iba, sonreía dulcemente y decía, en medio de su calamitosa situación: "Pues ya lo ve, don Político. Bien. Jodido, pero contento".

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