Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Los tipos que acuden a una discoteca armados de una jeringuilla para pinchar a una chica y someterla sexualmente no son sólo unos malnacidos despreciables; son también, para nuestra vergüenza, hijos de esta sociedad hedonista e hipócrita que entre todos estamos construyendo. La que banaliza las prácticas aberrantes -¿se acuerdan de las risas que se hizo la peña con los bukakes de Torbe?- y cosifica a la mujer y, después, cuando la mujer es tratada como un objeto para la satisfacción patológica de unas bestias embotadas de sexo, se echa las manos a la cabeza y vierte un mar de lágrimas de cocodrilo. Como lúcidamente ha señalado un apestado ilustre, eso se llama poner tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias.

Así que menos lloriqueos y menos madresmías porque han tenido tiempo de sobra de atender a la educación de su prole, pero han preferido malgastarlo jugando al Fortnite o haciéndose pajas en Tinder. Ya es hora de que alguien se lo diga: son ustedes una mierda de padres. Incapaces de imponer normas ni establecer límites, alérgicos a las responsabilidades, ultrapermisivos para evitar las discusiones con sus hijos, más inmaduros, egocéntricos y narcisistas que ellos (deje de colgar fotos poniendo morritos en Instagram, señora, que tiene ya cincuenta tacos y el culo por los suelos y usted, tonto del triatlón, guarde de una vez la puta bicicleta y siéntese un ratito a leer, aunque sea a Paz Padilla). Y dediquen diez minutos de su atareada jornada a escuchar las letras de las canciones con las que sus niñas adolescentes bailan en Tik Tok como si fueran grupis de Los Castañas.

Les voy a poner algunas con las que se machaca las neuronas en el espoti su hijo de quince años para que entiendan lo que le espera a su hija de catorce. "Ven, gata, quiero darte por detrás y por delante, subirte a la cima y las nalgas guayarte", "yo sé que tú quieres senda clavá, yo sé por qué tú andas con la chocha apretá", "esto es pa' pasar el rato, dale, mueve ese culo pa' meterte el aparato", "en mi cama yo la meto por el centro y la agarro y la someto", "si sigues así, voy a tener que violarte, hey, así que no te pongas alsadita, yo sé que te gusta porque estás sudadita".

Niños -y niñas- despóticos y malcriados sometidos al bombardeo incesante de la moral sexual del narco caribeño. Lo de las jeringuillas, la verdad, me parece poco.

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