La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

'Jartura' de Torra

Ni gobierna ni hace nada, salvo gesticular y patalear, en una sucesión de morisquetas al servicio de su amo de Waterloo

La Junta Electoral Central ha venido a aliviar, de momento, la sensación dominante entre los ciudadanos españoles ante el conflicto de Cataluña en general y los enredos de Quim Torra en particular. El vocablo hartazgo se queda corto para definir ese sentimiento colectivo. Incluso hartura resulta un sucedáneo. Lo correcto es jartura. Lo que se siente ante los jartibles.

Mandando a los Mossos a retirar los lazos y a Torra a la Fiscalía por si lo considera desobediente, la autoridad electoral ha puesto fin al último jueguecito del presidente de la Generalitat -presidente nominal, el Mayordomo de Waterloo-, que esta semana ha tratado de eludir la ley y burlarse de la democracia con una travesura extravagante y ridícula: utilizando al Defensor catalán en un asunto que no le compete, ocultando que ya conocía su dictamen para simular que lo obedecía a él y no a la Junta Electoral y colocando lazos blancos sobre los amarillos y con las mismas pancartas partidistas en las fachadas de instituciones que por definición deben ser neutrales.

Hasta sus cómplices del ensueño independentista y algunos consejeros de su Govern han rechazado esta nueva muestra de cobardía disfrazada de astucia -marca de la casa Puigdemont, su amo- de Quim Torra, que simula desafiar al Estado sin desafiarlo abiertamente por miedo a las consecuencias penales, parece que se planta para que los comités cuperos no le aprieten a él, pero no termina de plantarse, y todo queda en una sucesión de morisquetas. Torra no hace nada -de hecho, no gobierna-, sólo gesticula y patalea. Una constante y ridícula mueca que, por cómo se expresa y a qué responde, hace dudar de su salud mental. El fanatismo no puede explicarlo todo.

El episodio es patético por el contexto en el que se produce: los jefes de la rebelión son juzgados en el Supremo, se acumulan allí testimonios y pruebas de que la insumisión no fue ni sonriente ni pacífica, el Govern de Torra no tiene ni presupuestos, la inversión extranjera ha caído en Cataluña un 11% en un año, el PNV no irá a las europeas con el partido inventado por Puigdemont, a las manifestaciones de la secesión va cada vez menos gente... y la República catalana cada día está más lejana. Ninguna morisqueta infantiloide cambiará esto.

Ya se sabe que es preferible un malvado que un tonto porque el malvado descansa de cuando en cuando, y el tonto, nunca. Como escribió Albert Camus, la estupidez siempre insiste. Torra es la prueba.

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