EL Jalogüin gaditano se está perdiendo y es una pena ¡Cachis en santa Amy Winehouse! Grima da ver una tradición tan nuestra y que data de los propios fenicios, en manos de patanes que no respetan ni lo más sagrado. Sale uno a la calle y qué topa: cientos de niños vestidos de psicópatas asesinos y miles de gomblis de opereta. Freddy kruegueres a espuertas y hobbits a patadas. ¿Y las niñas? ¿Qué me dicen de esas niñas?... ¡La culpan la tienen sus madres, que las visten como a unas elfas! Anteayer mismo, estos ojos pecadores, que se ha de comer Hacienda, vieron a media docena de notas caracterizados de zombies y con camisetas del Cádiz. Y ni eran de las Brigadas Amarillas, ni tenían abono del Fondo Norte ¡Qué falta de respeto, que atropello a la razón!

Y otra cosa, tolais. ¿Cómo va a dar miedo aquí una calabaza de sonrisa siniestra con una vela dentro? Pero vamos a ver, so lilas, si este país ha tenido a Naranjito, a Cobi y a Curro por mascotas oficiales. ¿A qué jugamos? La cosa se torció cuando toleramos que nuestro Jalogüin, esa antigua y venerable fiesta, fuera colonizado por terríficos fantoches extranjeros, marginando nuestros señeros atavíos tradicionales: traje de luces para los nenes (si, también valen los de marinerito de primera comunión) y bellos atuendos de lagarterana para las chicas. De modo que volvamos a nuestras raíces, a nuestro producto nacional bruto (cada día más, gracias a la tele-basura) y digamos ¡basta! Si hay que salir disfrazados de monstruos, acudamos a las raíces, a esos grandes inquisidores nuestros: Torquemada, el cardenal Cisneros, Federico Jiménez Losantos… Recuperemos hermosas leyendas como aquella de la campana de Huesca, con ese Ramiro, el Monje, disponiendo cabezas decapitadas de enemigos en círculo y con otra a guisa de badajo. ¿Habrá algo más plástico que un auto de fe con su pira ardiendo y sus familiares delatando a herejes? Eso si eran horrores y no tanta mariconada al uso.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios