Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Isla Máxima

Del rodaje de la película marismeña salió la última cosecha de los nominados para los Goyas del 17

Hay premios que tienen un efecto narcótico, que anulan al que lo recibe, lo paralizan y le cortan las alas de tanto mirárselas. No es el caso de Alberto Rodríguez, al que quisieron enterrar en honores cuando lo nombraron Hijo Predilecto de Andalucía. El mismo galardón que había recibido Antonio Banderas y que al aceptarlo se ofreció como actor para una película del cineasta sevillano, que era uno de los receptores de las medallas de Andalucía. A Alberto le va a ocurrir como al portero Chilavert, el paraguayo que defendió la meta del Zaragoza, que ya no tenía sitio en su casa para tantas placas y galardones.

El rodaje de La Isla Mínima no sólo le reportó once Goyas al equipo. Aquella historia marismeña fue una torrentera de talentos que empezaron a esparcirse por los cuatro puntos cardinales del cine español. La historia que Alberto Rodríguez empezó a pergeñar después de ver una exposición fotográfica de Atín Aya sobre el microcosmos humano de las Marismas se ha convertido en el punto de partida de un Hollywood canterano.

Del equipo que participó en aquella película, el director, Alberto Rodríguez, y el coguionista, Rafael Cobos, repiten como nominados por su trabajo en El hombre de las mil caras, la epopeya y el esperpento de Paesa. Allí se cocieron otras nominaciones: Álex Catalán, el director de fotografía que nació en el pueblo de Guadalajara donde Norma Duval se casó con el productor José Frade, puja por una estatuilla con la luz de los últimos de Filipinas en 1898. Los dos policías de La Isla Mínima, uno, Raúl Arévalo, se estrenó como director en Tarde para la ira; el otro, Javier Gutiérrez, ferrolano como el Mario Casas de Grupo Siete, forma parte del encierro de Baler. Manolo Solo, el periodista de El Caso, será uno de los candidatos al Goya de reparto por Tarde para la ira. Una de las dos apuestas de Antonio de la Torre, el padre ancestral de La Isla Mínima que concurre por su papel de agente tartamudo en Que Dios nos perdone, de Rodrigo Sorogoyan.

El productor Gervasio Iglesias se diversifica en el aliento de Omega, el documental sobre el doble testamento musical de Enrique Morente y Leonard Cohen, además de firmar un originalísimo relato en el que apunta una versión balompédica de la Generación del 27 con sorpresa final.

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