Invísteme despacio

Pedro Sánchez corre mucho porque se está jugando su puesto de presidente

Felipe II el Prudente ordenaba a su ayuda de cámara: «Vísteme despacio, que llevo prisa». El aturullado servidor real lo estaba retrasando todo por correr, confundiendo botones cojos. Ha quedado como una frase proverbial llena de sabiduría contra la ineficacia de la bulla. «¡Cuántas veces los fracasos no vienen por querer adelantar la hora de las victorias!», susurrábase nuestro amado Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz.

Pedro Sánchez no es Felipe II, pero, a poco espabilado que sea, no puede querer pactar ya mismo con Podemos y con ERC a menos que no tenga otra salida para sostenerse en el sillón monclovita, que entonces sí, claro, ¡faltaba más! No es que no esté básicamente de acuerdo con ellos, es que, si quiere imponer su ideología, necesita un «Invísteme despacio» de manual.

El PSOE no puede correr de modo que salten las alarmas y se activen las resistencias sociales. Ya conocen el método de cocer a las ranas lentamente para que no se escabullan de la olla, adormecidas de confort y calorcito. El progresismo, manejando los hilos de la educación, los medios y la cultura oficial, ha venido adoctrinando a la sociedad de forma tan morosa como meticulosa. Con resultados que están a la vista.

El pacto con Podemos, ERC y toda la peña va a forzar al PSOE a forzar la máquina. Quizá por eso, no por una súbita santidad, los más listos de los socialistas clásicos se escandalizan. Una mala gestión económica, una abrupta subida de la abusiva presión fiscal, un histrionismo ideológico y un enfrentamiento más frontal que al sesgo pueden dar al traste en poco tiempo con esta constante (sin prisa, sin pausa) estrategia exitosa del progresismo.

Le ha pasado al independentismo. De no tener que lanzarse a lo loco para huir de la corrupción de sus líderes, teniendo las escuelas y los medios públicos, en apenas veinte años hubiesen dispuesto de la mayoría social a favor de la secesión. Pero se echaron a correr y se han topado con la resistencia de una Cataluña silenciosa que resiste a sus mentiras y que ha despertado del todo.

Si al final Pablo Casado sucumbe a las múltiples presiones e inviste despacio a Pedro Sánchez y, sobre todo, si no impone un cambio de rumbo, estará salvando al PSOE y al consenso progresista. Por eso, si Sánchez se empeña en investirse rápido con Iglesias, Rufián y tal, hay que dejarlo. Nos quemaremos en la olla, qué desagradable, pero lo justo para saltar.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios