La fábula

Juan / Antonio / Micó

Investigar en Agosto

VARIAS universidades y entre ellas la UCA, han cerrado casi todas sus puertas con el fin de ahorrar, una imperiosa necesidad sin duda en los tiempos que corren. Casi todos los profesores han cerrado sus despachos, y digo casi todos, no todos, a la espera de ese mes de septiembre donde volverán a verse las caras con aquellos alumnos que acuden a la segunda oportunidad de superar alguna asignatura. Sin embargo en la universidad, en algunas de sus instalaciones, han quedado algunos jóvenes que día a día y volviendo la espalda a las playas y al calor, continúan en sus laboratorios de investigación concentrados en sus proyectos o tesis, escribiendo algún artículo o implicados en cualquier otra actividad de investigación que no permite un descanso o paréntesis veraniego. Con rotundidad, estos jóvenes no se merecen el maltrato que reciben en España por ser becarios de investigación. Todos ellos leen frecuentemente en la prensa los despidos que se están produciendo en varios centros de investigación, despidos de sus amigos o compañeros, todos ellos saben de las dificultades que van a tener para continuar sus carreras en España, pero al mismo tiempo, todos ellos no dejan de investigar un solo día. ¿En qué confían?, ¿en quién confían? En nadie, no confían en nadie ni en nada, confían sólo en ellos y hacen bien. Nadie va a valorar su trabajo, su esfuerzo. Cuando llegue el momento, en el mejor de los casos, después de 4 años, tendrán que buscar un país donde la investigación universitaria sea reconocida, otro país que no sea España que, en un corto periodo de tiempo, llenó sus aulas de algunos profesores sin ningún interés por la investigación, cerrando el paso a excelentes becarios ya formados como investigadores que tendrán que hacer las maletas. La universidad debe transmitir conocimiento pero también debe generarlo, y para ello hacen falta profesores e investigadores. Hoy en día el gran peso de la investigación en España la llevan los becarios de investigación y los jóvenes investigadores contratados. La universidad española les necesita a todos ellos para generar conocimiento. Por eso y por su abnegada dedicación y vocación, en el mes de agosto me acuerdo mucho más de ellos. Sé qué mientras algunos tomamos el sol y disfrutamos de los chiringuitos, los becarios y becarias siguen ahí, haciendo ciencia. Un recuerdo para todos ellos y ellas.

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