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Juan José Jiménez Mata

Intervenciones en la Catedral de Cádiz

Me refiero al artículo del pasado día 15 de P-M. Durio sobre la Catedral de Cádiz, por el que nos enteramos que desde hace tres años vienen operando en la Catedral determinados técnicos.

No sabemos qué documentos han estudiado sobre la Catedral cuando aseguran que el Plan Director tiene más de 30 años. Encargado al que suscribe por la Consejería de Cultura, se entregó el 29 de mayo de 2009, tanto a la Junta como al Cabildo Catedralicio. El Plan quedó pendiente de negociaciones entre ambos a través de la Comisión mixta Junta - Obispados, especialmente sobre la gestión del Monumento.

Es probable que dichos técnicos se confundan con el documento de Levantamiento de planos y Diagnóstico, realizado asimismo por el que suscribe en 1987 por encargo de la Consejería, en el que se elaboraron por primera vez unos planos fiables del edificio y se reunieron los estudios históricos y técnicos que existían. Entender que ello era un Plan Director conlleva un grave error que compromete la solvencia técnica de quien lo afirma, confundiendo Diagnosis con Planeamiento.

Quiero recordar que asimismo el libro de investigación histórica redactado por el que suscribe: "Vicente Acero y la Catedral Nueva de Cádiz." (Ed. Quorum, 2012), en el que se estudia el edificio como único ejemplar en España del movimiento barroco avanzado, ligado a Borromini y Guarino Guarini. Este barroco se considera precursor de los conceptos espaciales modernos. (G..C. Argan: "El concepto moderno del espacio, desde el barroco hasta nuestros días." Ed. Nueva Visión, 1966).

Asimismo hemos publicado el libro "30 años de intervenciones en la Catedral Nueva de Cádiz. (1987-2016)." (Autoed., 2017), en el que se describen las obras realizadas por el que suscribe desde 1988 a 2005, en colaboración con Alberto Jiménez Ruiz de 2010 a 2014 y por este último en 2014 y 2015.

Los problemas de la Catedral, aparte de los previsibles en un edificio de tal envergadura y cercanía al mar, se resumen en esta última publicación de la siguiente manera:

En primer lugar, al haberse utilizado arenas de playa e incluso aguas salobres del pozo abierto en el centro de la cripta, en muchos casos los morteros de cal no llegaron a fraguar, quedando pulverulentos entre los sillares. Éstos quedaron apoyados puntualmente sobre los ripios, produciendo grandes tensiones que rompieron la piedra en muchos casos.

En segundo lugar, las sales en estado sólido no afectan a la piedra, pero cuando son disueltas por las humedades se trasladan a lugares externos en los que al secar de nuevo aumentan de volumen, rompiendo la capa superficial de los sillares.

El primero de los problemas exige una consolidación entre sillares utilizando inyecciones de morteros especiales, lo cual se ha realizado ya en muchos puntos, como en las pilastras del segundo cuerpo del presbiterio.

La lucha contra el segundo de los fenómenos se ha realizado durante todos estos años eliminando la entrada de aguas en los paramentos y cubiertas para evitar el traslado de sales. Para ello han de utilizarse morteros de cal muy escogidos, para rejuntados y tratamientos superficiales, no valiendo procedimientos modernos de impermeabilización.

La reparación de superficies deterioradas exige operaciones de limpieza muy delicadas que no contribuyan al traslado de las sales, la aplicación de morteros de reposición idóneos o la reposición con piedra de la misma cantera en casos graves, la cual ha de ser anclada a los paramentos con procedimientos especiales decididos in situ.

Estas actuaciones no están al alcance de arquitectos, aparejadores y empresas constructoras que no tengan una buena experiencia en labores de restauración del Patrimonio Histórico inmueble. La Administración general está obligada a sacar a concurso la redacción de proyectos y direcciones de obras, así como la ejecución de las mismas por las empresas constructoras.

Por todo lo expuesto, es muy necesario que el Cabildo Catedralicio someta a concursos de méritos los nombramientos de técnicos y empresas, en los que se aporten los curriculums correspondientes. A partir de los mismos habrían de hacerse los encargos a profesionales y empresas, tanto de las labores de mantenimiento como de las restauraciones. Ello debería extenderse por el Obispado a cuantas obras se hagan sobre las iglesias y otros edificios de interés histórico-artístico que dependen del mismo.

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