Cuando llegó la primera corporación provincial democrática hace 40 años se encontró dos centros educativos enormes: el Colegio Valcárcel (en honor al gobernador civil) y la Institución Generalísimo Franco, que tenían colegio, instituto e internado donde vivían los niños y las niñas acogidos a la beneficencia como era costumbre en el franquismo. La gestión de ambos centros habían sido cedidas a dos congregaciones religiosas, los Sagrados Corazones (del famoso padre Fidel) y las Hijas de la Caridad. Lo primero que hizo el gobierno de la Diputación fue intentar cambiar los nombres, cosa que solo consiguió a medias con la Institución, que pasó a llamarse Provincial Gaditana en contra del proyecto original de ponerle Antonio Machado, a lo que se opuso la UCD porque era nombre de rojo. Los niños y las niñas que estudiaban en esos centros terminaban muchas veces como empleados de la Diputación, de la misma forma que muchos de sus profesores eran altos funcionarios de la casa con sobresueldo. El diputado de Educación, Rafael Garófano, se empeñó en acabar con los dos convenios por los cuales regentaban los centros las órdenes religiosas, pasando sus miembros a ser empleados públicos. "Van a dejar de ser un rebaño para ser trabajadores con todos sus derechos" ,se le ocurrió decir. Como toda buena obra siempre tiene castigo recibió todo tipo de crítica, le llovieron palos de todas partes. Se dio el caso de que el asesor jurídico de la Diputación lo era también del Obispado. La Diputación cerró los dos internados tras pasar los niños a pisos tutelados. Luego intentó que los dos centros pasaran a la Junta de Andalucía, que tenía y tiene las competencias exclusivas en materia educativa, sin conseguirlo. En el tiempo de Rafael Román se cerró Valcárcel, se le dio a los docentes la posibilidad de que siguieran ejerciendo su labor en centros educativos de la Junta, pero prefirieron irse a una mesa en el Palacio Provincial, los más cercanos al PSOE resultaron agraciados con puestos de responsabilidad generosamente retribuidos. Ahora se cierra la Institución con la excusa de que la Fundación Aramburu había recordado que expiraba el convenio por el cual ocupaban el terreno de su propiedad, cuando se le había dejado morir de manera paulatina sobre la base de no invertir ni un euro en su mantenimiento. Otro centro público que desaparece, como los siete que ya se habían cerrado con anterioridad. Cuando un colegio público se cierra es síntoma de sociedad enferma.

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