Un tipo con una mansión, con coches de lujo y que muestra a diario un altísimo tren de vida se declara insolvente ante Hacienda. El que más tiene es el que menos paga. El mundo al revés. Cualquiera de nosotros que estamos sujetos a una nómina por cuenta ajena pagamos nuestros impuestos religiosamente, por un concepto de obligatoriedad y a la vez de solidaridad para contribuir a que todo el sistema funcione. Por eso es lamentable que se amasen millones de euros y no se destine a Hacienda ni un mísero euro. Lo triste de todo es el doble rasero que tenemos para la corrupción. Somos capaces de mirar con ojos compasivos a los que se mueven en torno al mundo del fútbol y nos tiramos al cuello cuando se trata de políticos, banqueros y personajes de otro pelaje. El delito es el mismo por más que nos ciegue la alegría que nos producen los goles de cada domingo.

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