Alto y claro

josé Antonio / carrizosa

No hay nada Imposible

AL final va a ser verdad eso de que en política no hay nada imposible. Sólo así se puede explicar que Pedro Sánchez haya empezado a negociar la formación de un Gobierno presidido por él tras haber hundido al PSOE con los peores resultados electorales de su historia y estar enfrentado a un parte importante de su partido. Sin ir más lejos, está a la gresca con la federación andaluza que es la que cuantitativa y cualitativamente sigue aportando votos y poder a un partido que desde hace demasiado tiempo está con las costuras abiertas. Es complicado entender lo que está pasando no sólo porque Sánchez perdió las elecciones y en la cultura política española eso significa que los ciudadanos te han mandado a la oposición, también porque para formar gobierno no le queda otra que saltarse todas las líneas rojas, verdes y amarillas de su partido, echarse en brazos de un Podemos que no tiene en mente otro proyecto que fagocitar al PSOE para hacerse con el monopolio de la izquierda y, además, entenderse con los que tienen como principal objetivo hacer saltar por los aires la unidad de España. Para los que gusten de la series de televisión sobre política y hayan visto Borgen: ni España es Dinamarca, ni la Moncloa es Christiansborg ni, sobre todo, Pedro Sánchez es Birgitte Nyborg.

¿Por qué un perdedor discutido por los suyos como Pedro Sánchez está en el intento de sumar escaños para alcanzar el poder? Por dos razones que sitúan la política española en un nivel tan bajo que estremece. La primera, porque Mariano Rajoy ha hecho dejación de la responsabilidad que le confirieron los ciudadanos en las urnas y ha optado por la pasividad y el tactismo, que siempre le han gustado tanto. La segunda, porque Sánchez está en una huida hacia adelante y dispuesto a lo que sea: sabe que la Presidencia del Gobierno es el único sitio en el que no se va a ver amenazado su liderazgo en el PSOE, aunque para ello se tenga que cargar el partido. El PSOE es hoy una formación rota y eso lo saben tan bien Pedro Sánchez como Susana Díaz, la única que podía haber puesto orden y que por razones que sólo ella debe saber no lo hizo. El impetuoso secretario general socialista, revestido de impostada solemnidad y citando de mala manera a Cervantes, está dispuesto a sumar lo que haya que sumar y a ceder lo que haya que ceder. Tiene todas las papeletas para fracasar. Pero no olviden que, efectivamente, en política no hay nada imposible.

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