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La cornucopia

Gonzalo Figueroa

Ildefonso Marqués

DE risa fácil y pícara, de notoria bonhomía, siempre prudente en el hablar y paciente en el escuchar, de disponibilidad abierta y sincera, de esforzada trayectoria laboral, hoy compensada con honores que desbordan su proverbial sencillez, así es, entre otras muchas características, Ildefonso Marqués Clavijo.

Aficionado a la toponimia, ciencia que estudia el origen y significado de los nombres geográficos y, por ella, a la nomenclatura de las personas, compruebo que, en su caso, la onomástica se ajusta a las esencias de Ildefonso. Ya este nombre supone una tradición auspiciosa, pues era el de un prelado del 600 del que se dice que la Virgen María lo honró con su aparición y el regalo de una casulla. Y no obstante su procedencia humilde, que él mismo recalca, el apellido es sinónimo de un título de dignidad. Pero Ildefonso no lo necesita, porque es noble de verdad, estimable, honesto y caballeroso. Y su Clavijo, denominación que, en femenino, identifica a una pieza de madera que sirve para asegurar las cuerdas de los instrumentos musicales, implica firmeza. En síntesis, todos sumados reflejan bondad, nobleza y energía, cualidades que nunca han faltado en Ildefonso.

Y con ocasión del otorgamiento por el Consejo de Ministros de la Medalla al Mérito en el Trabajo por sus 60 años de servicios al Diario de Cádiz, entre los innumerables reconocimientos escritos que los medios le han brindado, destacan como es natural los de este periódico y es así como, con elevada precisión, Pedro Ingelmo resume su trayectoria personal calificándolo como "un trabajador de Villamartín que desde 1951 realiza su tarea en Diario de Cádiz, donde es admirado, donde es querido, donde es respetado. Simplemente eso".

Y en mi caso, puedo afirmar que, en los casi diez años que llevo como columnista de este querido Diario, he tenido algunas, desdichadamente pocas, oportunidades de dialogar con Ildefonso, encontrando siempre en sus palabras buen sentido, franqueza y el buen humor que antes comentaba.

Poco puedo agregar en homenaje al premiado, ya que las crónicas de Pedro Ingelmo y de Melchor Mateo lo han hecho antes con excelencia periodística. Por ello termino con una frase expresada por Ildefonso en su agradecimiento a la medalla y que rezuma su característica modestia: "No es el premio a una persona, sino a un equipo. No he sido un solitario corredor de fondo, sino el que ha llegado a la meta con el testigo".

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