Editorial

Hoy a las ocho, del ocho del 2008

H OY a las 08:08, día 8 de agosto del año 2008, China se abrirá al mundo. El país al que siempre se ha temido como a un dragón dormido a punto de despertar es ya una potencia industrial que se está levantando después de miles de años de aislamiento. La espectacularidad que el director de cine Zhanj Yimou dará a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos del 2008 asombrará a todo el planeta. Quizás vayan a ser, efectivamente, los mejores de la historia. La villa y su arquitectura de vanguardia, los 15.000 figurantes, las filigranas de los fuegos artificiales; todo es ingente, como el propio país. Desde El Nido, el magnífico estadio diseñado por Herzog y De Meuron, China se mostrará hoy al mundo, pero sus autoridades admiten que no están consiguiendo transmitir la imagen que a ellos les gustaría. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, solicitaba ayer, poco antes de llegar a Pekín, que este país debe instaurar las libertades políticas y religiosas, las de expresión y reunión, y apostar definitivamente por los derechos humanos. Sin embargo, la respuesta que ha recibido es que ningún mandatario extranjero debe inmiscuirse en su "asuntos internos", una expresión más propia de las dictaduras autárquicas que de los gobiernos que entienden cuál es la complejidad del mundo actual. Las autoridades chinas comenzaron en los años noventa el inédito camino de la economía planificada a otra de mercado controlada, pero el régimen sigue sin dar pasos creíbles para convertirse en un país en tránsito hacia la democracia. Si China quiere beneficiarse del mercado que se le está abriendo en todos los continentes, también debe comenzar a aceptar las críticas políticas y dejar de aferrarse a los viejos esquemas que sólo comparte con otras dictaduras asiáticas. Los Juegos Olímpicos -todos ellos- han sido siempre mucho más que una competición deportiva, y éstos no van a ser menos, a pesar del férreo control de las autoridades chinas. Sólo el tiempo dirá si Pekín 2008, como en su día lo fue Seúl 1988, supondrá un hito en la historia política del país.

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