Horror en el supermercado

No llevarse todos los yogures que caducan, ni todo el pan de molde para las torrijas, ni todas las naranjas de zumo

Toquemos madera de paso de Cristo, pero sin llevarnos el dorado en el dedo. Toquemos madera, porque hasta ahora Cádiz es una de las provincias con menos casos en el reparto del coronavirus. Como aquí nunca toca nada, y en Madrid toca todo, en la capital es donde hay más casos, como si hubieran comprado las papeletas para el sorteo de los coronavirus en doña Manolita, o en doña Pepita, o en donde sea. ¿Por qué en Cádiz hay menos casos? Pudiera ser porque a Cádiz vienen menos extranjeros que a otras ciudades, a pesar de los cruceros. Chinos de Wuhan apenas han venido. Italianos de Lombardía tampoco llegan muchos.

Todo lo anterior lo recuerdo por situar. Cádiz es como una ínsula. Cádiz no está en el culo del mundo y con un alcalde que no parece un alcalde, como dicen los derrotistas más zafios, sino que Cádiz está donde debe estar y el alcalde es el que es, y será por algo. En esas condiciones tan peculiares, la gente está preocupada por lo que ocurrirá con la Semana Santa. Aunque esa decisión no se adoptará ni hoy ni mañana, sino dentro de dos semanas, cuando haya perspectivas más aproximadas. Así que tranquilidad, y a seguir con el reparto de controles o papeletas de sitio para las procesiones.

La tranquilidad es importante. Por eso, este artículo es como un llamamiento a la calma. Sobre todo para los que van a comprar a los supermercados. Esos y esas que acuden en busca de provisiones para resistir un asedio. Esos que forman colas en Mercadona, el Lidl, el Hipercor, el Carrefour, el Covirán, el Don Jamón, o donde sea. También en los ultramarinos o almacenes que aún resisten. También en la Plaza del Mercado Central o en otros mercados.

Pues a esos y esas les digo: jolines, pensad en los demás. No llevarse todos los yogures que caducan, ni todo el pan de molde para las torrijas, ni todas las naranjas de zumo, como si se fuera a acabar el mundo. No dejéis desabastecidas las pescaderías y las carnicerías. Es cierto que no sabemos ni el día ni la hora. Pero también se puede comprar mañana y eso que te ahorras.

En los mercados y en los supermercados y en las tiendas todavía no se juega a puerta cerrada. Y, además, que se puede teletrabajar. En las ciudades chinas con cuarentena, todo lo piden por Internet, y les llevan el pedido a casa, incluso con una ficha del fulano que lo reparte y su temperatura corporal: Manolito Chen, 36,8 grados. O algo así. Al que está caliente lo dejan sin trabajar.

Conclusión: No preocuparse, que no habrá cartillas de racionamiento.

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