HA designado un equipo negociador sólido, con un mensaje a los críticos y desconfiados, porque nadie duda del sentido de Estado y trayectoria de personas como Jordi Sevilla, Rodolfo Ares y José Enrique Serrano, que en su día negoció los acuerdos más delicados entre PSOE y PP en tiempos de González y Zapatero, así como durante el Gobierno de Rajoy, desde la oposición. Antonio Hernando es Sánchez pata negra, pero se le considera hombre de fiar.

Comienza la cuenta atrás. Sánchez ha pedido a Patxi López un mes antes de fijar la fecha de investidura y va a hacer cuanto esté en su mano para ser elegido; entre otras razones porque sabe que se juega todo en ese envite: si no es presidente, perderá la Secretaría General. Muchos de los dirigentes de su partido, regionales y no regionales, jóvenes y no tan jóvenes -si él supiera...- lo esperan con las escopetas cargadas. No quieren un pacto con Podemos ni en pintura, pero es su única posibilidad de ser presidente.

El Comité Federal sólo aceptaría ese pacto -digan lo que digan los militantes- en caso de que Podemos renuncie a sus señas de identidad. E Iglesias ha dicho que ni de broma; pero una cosa es lo que se dice antes de sentarse a una mesa de negociación y otra lo que se firma al terminar la reunión, sobre todo cuando hay tanto en juego.

En el PP están a la espera de lo que resulte de las negociaciones entre PSOE y Podemos. Hay movimiento, aunque no lo parezca, lo ha habido en las últimas semanas y los seguirá habiendo. Los contactos personales con gente del PSOE es más fluida de lo que le gustaría a Sánchez. En Ciudadanos, Rivera y Girauta tendrán un papel fundamental en alcanzar su objetivo, un gran acuerdo entre los partidos constitucionalistas. Es lo que han defendido siempre y lo siguen defendiendo, y en este periodo negociador intentarán que PP y PSOE lleguen a algún tipo de pacto, aunque lo tienen muy difícil porque Sánchez no lo quiere de ninguna manera, sabe que si se produce, él no sería presidente de Gobierno, que es a lo que aspira.

Pero, como explican en Ciudadanos, podría ser un influyente líder de la oposición y salvaría su carrera si consiguiera que, antes de abstenerse en una investidura que aprobara el Gobierno de Rajoy, arrancara al PP un pacto con la revisión de las leyes más significativas y la reforma constitucional.

¿Será posible ese pacto que desean casi todos los responsables regionales del PSOE y la mayoría de los españoles, según indican los resultados del 20 de diciembre? ¿Será posible el pacto entre los socialistas y Podemos? Lo sabremos antes de un mes. Mientras tanto, sólo queda cargarse de paciencia, controlar los nervios, y no creer muchas de las soflamas que se hacen en público.

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