Lo de Jorge González es pura magia. Es decir, se tiene o no se tiene. Su varita fue un balón de fútbol. Se nace con eso. Es como la capacidad de enamorar que todos tenemos: aunque los más autocríticos nos viéramos exentos de atractivo alguno, siempre habrá alguien, y más de uno o una, a quien gustemos. Pues 'Mágico', sin haber hecho nada más que ser él mismo, tuvo y retiene la capacidad de enamorar a multitudes, a una afición y una ciudad entera a la que regaló ilusiones, alegrías, expresiones de admiración, y que por ese amor ciego exculpó sus muchas infidelidades. "Y sin embargo te quiero" podría ser el himno de esta relación nunca atormentada. Una joven becaria del Diario, que nunca pudo ver jugar a Mágico y a la que no le gusta el fútbol, se acercó ayer a hacerse la foto con el salvadoreño. "Es que a mi abuelo le encantaba y me ha hecho mucha ilusión", se justificaba. Ese es el legado en vida de Jorge.

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