Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

EL presidente de la Junta es hombre brillante, de verbo fácil pero a veces imprudente. Soltó el otro día una ocurrencia marca de la casa: que seguramente habrá un candidato andaluz a la secretaría general del PSOE cuando se tenga que decidir el sustituto de Rubalcaba. Mi colega José Aguilar cuando comentó aquí el asunto terminó diciendo que le daba miedo pensar en los posibles nombres. No los citaba, quizá como un exorcismo.

Pues tomen nota, porque no hay más que dos. Las dos personas de máxima confianza del jefe socialista son una sevillana trianera y un onubense de Moguer: Susana Díaz (1974) y Mario Jiménez (1971). Al segundo no se le conoce currículo académico ni laboral. Pero tiene largo meritoriaje en el partido: dirigente de las juventudes, diputado andaluz desde los 29 años, secretario del PSOE de Huelva, portavoz parlamentario, presidente del Grupo Socialista y vicesecretario regional. O sea, el número dos del partido en Andalucía. Es particularmente duro con sus adversarios y se le terminan los calificativos de rendida admiración cuando habla de su mentor, que los escucha siempre con beneplácito y sin pudor alguno.

La presunta candidata es la número dos del Gobierno andaluz, habida cuenta de que Valderas ejerce de falso vicepresidente, a lo Messi. Susana Díaz terminó Derecho no hace mucho, pero tampoco tiene experiencia laboral ajena a su carácter de funcionaria del PSOE. Dirigente juvenil, diputada en el Congreso con 29 años, secretaria de la Agrupación de Triana, secretaria de Organización regional, consejera de Presidencia de la Junta y, finalmente, jefa del partido en Sevilla, en donde elimina la disidencia interna con mano de hierro.

Competir con ventaja por el poder orgánico desde la Junta es una tradición en el PSOE andaluz. Ahí está el verdadero poder, el reparto de cargos, el empleo en época de escasez. En su excelente ensayo Todo lo que era sólido (Seix Barral), Antonio Muñoz Molina sostiene que "la rigidez corporativa de los partidos se ha ido volviendo más esclerótica a medida que se convertían en maquinarias de colocación y reparto de favores y que colonizaban espacios de la sociedad que deberían haber permanecido abiertos al mérito, el debate y al activismo civil… En ningún campo profesional se puede llegar más lejos careciendo de cualquier cualificación, conocimiento o habilidad verificable".

Siguiendo esta escala de valor, sin duda que Griñán tiene adecuados candidatos para aspirar a liderar su partido. Unos herederos de miedo.

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