RECONOZCO que una vez pequé por un partido de fútbol. Ni una escayola en el brazo me impidió en aquella madrugada sevillana ponerme en una cola para intentar conseguir una entrada para la selección española con un buen número de encargos de amigos. Las clases en la facultad se trasladaron al Sánchez Pizjuán para intentar asistir al partido que encumbró a Cañizares para clasificarnos al Mundial 94. Después de más de 12 horas de cola, innumerables empujones y aún más dudas sobre si seguir de pie o retirarte, las entradas se acabaron y me fui para casa con la sensación de que había hecho el tonto. Ese día me prometí que nunca lo haría salvo una situación de necesidad máxima, bien por trabajo, comida o primera necesidad. Por eso cuando veo a gente pasando la noche para una entrada de Carnaval, regresan demasiados pensamientos negativos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios