MARIANO Rajoy ha ofrecido su primera rueda de prensa en lo que va de año en la sede nacional del PP. Le alabo el gusto: ha dicho que no convoca a los periodistas más que cuando tiene algo importante que comunicar. Es algo que deberían aprender de él la mayoría de los políticos.

Rajoy ha decidido rentabilizar el enorme poder autonómico y municipal conquistado por su partido el 22-M, tratando de marcar la agenda política de los próximos meses y contraponer su programa al del Gobierno socialista que mengua enfrente. Esto tiene la virtud de que, al fin, podemos conocer algo de lo que se propone hacer si gana las elecciones generales.

Lo ha resumido en una especie de tablas de la ley con los diez mandamientos que regirán la conducta de los gobiernos autonómicos del Partido Popular y, eventualmente, del gobierno nacional que él presida. Su seña identificatoria es la austeridad, y suena bien: fijación de un techo de gasto para las autonomías, tope máximo de diez consejerías por gobierno, reducción de delegaciones, altos cargos y puestos de libre designación, racionalización del uso del teléfono móvil en la Administración, disminución de los coches oficiales y de los entes y organismos públicos y compromiso de no subir los impuestos.

De este modo, el líder del PP emite un mensaje con buena acogida garantizada entre el electorado: si es imprescindible controlar el déficit público para salir del marasmo actual, los gobernantes deben ser los primeros en dar ejemplo y apretarse el cinturón. Compartir, de algún modo, las dificultades que están pasando los ciudadanos. Lo emite, además, con habilidad, sin anunciar recortes en el gasto social (pensiones, sanidad, educación), que es el que suma el grueso del déficit a combatir.

Sería más creíble, desde luego, si la austeridad pregonada para el futuro estuviera siendo practicada en el presente por las comunidades que ya gobierna el PP. Porque aquí no se parte de cero ni existe quien pueda presumir de virginidad. Los populares mandan desde antes del 22-M en territorios relevantes y en algunos de los más emblemáticos no se está haciendo lo que predica Rajoy. Ni en materia de déficit público ni en cuestión de austeridad. Murcia es la región española con más déficit público, la Comunidad Valenciana -cuyo gobierno tiene trece consejerías, no diez- es la más endeudada, además de sufrir un problemilla de corrupción política y Madrid ha batido el récord de gasto en publicidad y propaganda.

En fin, igual Mariano es capaz de imponer sus criterios a estos virreyes autonómicos de su partido para que nadie pueda echarle en cara al PP aquello de que no es lo mismo predicar que dar trigo.

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