DESPUÉS de una semana movida por las declaraciones contradictorias que se fueron realizando -primero Muñoz, que no asiste al partido pero según le informan el equipo no tuvo buena actitud, después Calderón confesando que luchar por no descender no es ningún fracaso y más tarde Fleurquín diciendo que para él lo sería- lo único que está claro es que el actual Cádiz no tiene un rumbo claro. Los máximos responsables eluden responsabilidades y así es muy complicado encauzar las cosas. Cuando se consiguió revertir la mala situación, Muñoz salió raudo a manifestar públicamente que desde que ellos llegaron para retomar la gestión de la entidad el equipo estaba funcionando y se estaba cerca del ascenso. Está claro que esto era fruto del trabajo del técnico y de los jugadores, yo no ví meter ningún gol al presidente ni a los consejeros, pero sí pude ver que cuando las cosas marchaban muy bien se desprendieron de Lobos, dejando al equipo huérfano y al técnico desautorizado. Esta semana ha sido la primera vez que se ha hablado abiertamente de la posibilidad de pelear por no descender, algo que a principios de temporada resultaba descabellado pensar. Pero la campaña da opción a los que no asumen responsabilidades de encontrar argumentos donde justificar sus errores; alguien a quien echarle la culpa de los propios fracasos. Ipurúa no es el mejor campo para revertir la situación, pero el Éibar de esta temporada dista mucho del equipo armero que estuvo tantas temporadas en Segunda con posibilidades de subir a primera cuando el Cádiz ascendió. Una victoria serviría para seguir hablando de fútbol en lo sucesivo.