Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Grupos de guasap

La mayoría de los padres buscan el afecto de sus hijos mediante la crítica despiadada a los profesores

Al único desmovilizado en toda la Galaxia lo conozco yo: se llama Javi Osuna. Antes había dos pero por desgracia nos dejó Emilio López Mompell. Javi debe ser uno de los tíos más raros del mundo habida cuenta de que en el planeta hay 8.000 millones de móviles y en España 52 millones, más que habitantes. Aunque los niños suelen tener su propio móvil a los 10 años, a partir de los tres ya utilizan el de los padres, a los que les suele hacer mucha gracia cómo se manejan con el aparato en cuestión. La mayoría no toman la menor precaución sobre el uso que hacen sus hijos de los móviles y los ordenadores, motivo por el cual se llega a casos como el de un conocido asesor del Partido Andalucista en la Diputación, originario de Sanlúcar, que presentaba un gasto telefónico de miles de euros cada mes y cuando le pidieron explicaciones lo achacó al uso que hacía de él su hijo. El caso es que no tener móvil es de gente extraña. Iba a llamar a Javi un náufrago digital pero sí usa ordenador, donde es muy activo en Facebook. Así que no le podremos poner Robinson a nadie, ni siquiera en un microrrelato. Fruto de este apasionado uso del móvil es el guasap. Como somos amantes de todo lo gratis nos fascina la facilidad que nos proporciona para comunicarnos sin gastar dinero. Esta tecnología permite formar grupos de afinidad, sean familiares, laborales o de cualquier otro vínculo. Y de entre todos estos grupos los que más daño están haciendo son los de madres y padres. Antes los padres iban al colegio a entrevistarse con los profesores y conocer la evolución de sus hijos para poder hacerle un seguimiento en casa. Ahora ya no solo no se le pueden poner deberes a los niños, los pobres, sino que hay un cotilleo malediciente de manera constante. Los padres no tienen tiempo para educar a sus hijos ni para ir al centro donde estudian, pero se intercambian mensajes de todo tipo, casi siempre criticando a los profesores. Como la administración educativa tiene como único fin contentar a los padres por motivos políticos, se cierra el círculo vicioso de la pérdida de autoridad de los profesores y la consiguiente bajada o estancamiento en los niveles de la enseñanza. La mayoría de los padres en lugar de educar a los hijos buscan su afecto mediante la crítica despiadada a los profesores con lo que los baremos educativos son cada vez peores. No es que se haya democratizado el funcionamiento de los centros, es que se han convertido en una casa de vecinos. Demasiado bien nos trata el informe PISA.

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