MIGUEL, estudiante de un instituto público en una localidad que está hasta las narices de ser asociada a la precariedad, al contrabando, a esa Andalucía profunda que en el tópico vive de la nada, ha hecho algo más que hacer lo prácticamente imposible, algo más que ser perfecto en sus calificaciones. Miguel ha puesto la bandera de la enseñanza pública en la luna. Con sus exámenes perfectos, con una trayectoria académica de quitarse el sombrero ha callado a todos esos bocazas que claman acerca de lugares comunes sobre que los chavales de ahora son unos zoquetes, sobre que los chavales de ahora no se esfuerzan, sobre que los chavales de ahora no memorizan, sobre que a los chavales de ahora se les regala todo... Repetir hasta el infinito esta retahíla no la hace cierta, ni tampoco seguir con la vieja letanía del desastre de la Logse. Allá ellos con sus reyes godos , si es que los recuerdan.

Miguel es un producto total y absoluto de la enseñanza pública. Y en esto que empieza a asemejarse a una competición sin mucho sentido solemos ver cómo el ganador del año es a menudo un aplicado estudiante de un colegio privado. Los colegios privados merecen todo el respeto, sin duda, pero juegan con una ventaja. Trabajan para tener a los mejores. La enseñanza pública acoge a los mejores y a los peores. Un colegio privado (en bachillerato los concertados también lo son) no existe en una localidad como Barbate. Miguel ha estudiado con compañeros que forman parte de familias con escasos recursos económicos, con compañeros en los que el fracaso escolar es un porcentaje que hay que asumir. Es posible que haya aprendido mucho de todos ellos porque en el IES Trafalgar se trabaja en muchos niveles, como en tantos institutos de la provincia. Los profesionales de ese instituto que no han pedido participar en esta competición anual se han llevado el primer premio porque han reivindicado en un momento especialmente delicado la excelencia, máxima excelencia, de la enseñanza pública. La nota máxima de Miguel ha sido emocionante. Muchísimas gracias, Miguel, no sabes lo que has hecho por esta provincia.

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