Golpes de ida y vuelta

Mi profecía (que espero que salga, si no falsa, sí innecesaria) es que la nación española responderá a los golpes

Leo a los analistas jurídico-políticos que admiro advertir que España va quedando inerme ante futuros golpes de Estado. Tras los indultos, la derogación de la sedición y la reforma de la malversación, se halla sin instrumentos con los que responder a los golpes que dicen los indultados que van repetir. Se entiende el argumento de mis admirados, porque ellos lo explican muy bien y porque, además, es algo que salta a la vista. Incluso el Gobierno que impulsa esas medidas entiende lo que está haciendo a cambio de un puñado de votos con fecha de caducidad. No es, como en el caso de la ley Sólo sí es sí de Irene Montero, que luego le sale sin querer que no es no. Aquí se sabe de sobra lo que se hace, aunque vaya contra el interés de España.

Sucede, sin embargo, que las cosas son bastante más complejas. Lo que se queda inerme es el sistema constitucional para la resolución de estas violaciones a su legalidad dentro de un orden establecido. Se van quitando las reglas del juego, pero eso no quiere decir que la nación española -antiquísima y con una resistencia a desaparecer que destrozó a Napoleón y deslumbró a Bismarck- vaya a dejarse disolver así como así. Ni siquiera el Estado, que cuenta con su propio instinto de conservación. Es muy probable que devuelva los golpes, pero como ya nos habremos salido del marco de seguridad de una normativa previa, lo hará a las bravas.

Pondré un ejemplo lúdico, para rebajar la tensión. Como todo el mundo sabe, el fútbol es anterior al rugby. Pero en el colegio privado de ese nombre decidieron ir quitándole incómodas reglas al deporte rey. Que fuese valiendo todo. ¿La mano? ¿Por qué no? ¿Las faltas? ¡Qué incomodidad: venga placajes! ¿La carga? ¡Que lo sea de caballería! ¡Todos a la melé! Y dieron con la ruda belleza del rugby. Porque debajo de las reglas, siempre está la fuerza. Pero debajo de la fuerza, cuidado, la violencia, que el rugby sabiamente evita.

Por eso hay que cuidar las reglas. Mi profecía (que espero que salga, si no falsa, sí innecesaria) es que la nación española responderá a los golpes. Lo lleva haciendo cientos de años. Pero, como ya no tendrá los cauces legales que este Gobierno ha ido desbordando uno por uno, lo hará por otros atajos. Deseo que sean tan caballerosos al menos como el rugby. En cualquier caso, de las lesiones que se produzcan serán responsables los que fueron desfondando el reglamento para su beneficio.

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