La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Gestión titánica... Pero de 'Titanic'

Considerar "titánica" la labor del Gobierno no es entusiasmo socialista ni fidelidad militante. Es fe

Por tener su origen en los titanes mitológicos, las doce deidades que gobernaron el universo en una primigenia edad de oro anterior a los dioses olímpicos, titánico se utiliza para designar lo desmesurado o muy grande que excede las habituales limitaciones. Pues bien, según el señor alcalde de Sevilla la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez de la crisis del Covid ha sido "titánica". A pesar de la mentira de las mascarillas, de las que Simón dijo que no eran necesarias porque no se tenían en suficiente número. A pesar del comité de expertos que nunca existió. A pesar de la carta publicada en The Lancet pidiendo una evaluación independiente de la gestión de la crisis del Covid-19 en España a causa de los pésimos datos de nuestro país en comparación con los de su entorno europeo: 28.503 fallecimientos según cifras oficiales y 45.000 según los datos comparativos por exceso de mortalidad (ni el número de víctimas han sido capaces de establecer) y más de 55.000 trabajadores sanitarios infectados. A pesar de que, según un estudio de la Universidad de Cambridge, España sea el país del mundo que peor gestionó la crisis del coronavirus entre los meses de marzo y mayo. A pesar de que, según la Universidad John Hopkins, seamos el país con más contagios de Europa occidental, 314.362, y hayamos cuadruplicado los ingresos hospitalarios.

A pesar de todo esto, y de muchos otros datos, resulta que la labor del Gobierno ha sido "titánica" según el alcalde (lo que sólo tendría sentido si la comparación se refiriera al desastre del Titanic). Esto no es entusiasmo socialista, ni optimismo progresista, ni confianza en el Gobierno formado en parte por su partido, ni fidelidad militante. Va más lejos: es fe, no en el sentido corriente en que se emplea esta palabra fuera de la religión (creencia que se da a algo por la autoridad de quien lo dice o por la fama pública), sino en el del Catecismo de Astete: "Creer lo que no vimos porque Dios nuestro Señor así lo ha revelado y la santa Madre Iglesia así nos lo enseña". Supongo que la divinidad en este caso es Sánchez y la Iglesia, el partido. Lo que obliga a ir incluso más lejos de lo que el Astete exige; porque se trata, no sólo de creer en lo que no se vio, sino de no creer en lo que se ve. Algo que sólo puede lograrse ejercitando dos de las tres virtudes representadas por los monos sabios de Toshogu: no ver y no oír.

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