La esquina Miki&Duarte

josé / aguilar

Gente corriente

LA Ley Electoral andaluza obliga a los aspirantes a sacar un acta de diputado a hacer públicas sus declaraciones de ingresos, bienes y actividades económicas, que serán accesibles a los ciudadanos en los boletines oficiales de la Junta y del propio Parlamento, así como en internet.

De modo que ya pueden los votantes andaluces consultar cómo andan de propiedades y dineros aquellos que están pidiéndoles el voto. Esto tiene cierto morbo y da pie a especulaciones y comparaciones, pero un primer vistazo permite colegir que nuestros candidatos del 22-M no son unos potentados. No es que estén pasando necesidad, pero en general son personas de estatus económico modesto o limitado. Por encima de la media de aquellos a quienes pretenden representar, pero sin alardes. Clase media o media-baja. Como la edad que tienen.

Hay una consideración cínica sobre el nivel de renta de los políticos: mejor que sean ricos y así no caerán en la tentación de robar de las arcas públicas. No vale, porque ni la riqueza previa garantiza que no se van a corromper para enriquecerse -el dinero es esa cosa extraña que hace que la gente nunca considere que ya tiene bastante- ni la pobreza asegura la honradez de quien, padeciéndola, alcanza un cargo público con manejo de presupuestos, contratos y adjudicaciones. Donde ha fallado el sistema democrático no es en la recluta de su personal, sino en los mecanismos de vigilancia y control de sus actos.

Hay una consideración no cínica: los cinco o seis candidatos andaluces al frente de listas con posibilidades ciertas de conseguir escaños son hombres y mujeres normales, ni plutócratas ni muertos de hambre, con ahorros moderados en casi todos los casos y viviendas no lujosas. Gente corriente, pues. Con vivencias parecidas a las de cientos de miles de andaluces, salvo por el ensimismamiento nocivo y la irrealidad tóxica que produce la dedicación plena a la política, esa pasión absorbente que no deja hueco para otras pasiones humanas menos ingratas.

No es difícil sentir cierto grado de identificación con nuestros candidatos. A nivel personal, me refiero. Hombres y mujeres del pueblo, movidos por el humanísimo afán de dejar huella, hacer cosas por su tierra y satisfacer su ambición. Todos creen que lo harían mejor que los otros y a todos les anima la intención de mejorar Andalucía. Tenía ganas de defenderlos, ahora que a los políticos no los defiende nadie.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios