Gavilán o paloma

Resumido a la manera de Abraira, el señor Casado "fue paloma, por querer ser gavilán". Con lo que eso duele

En la inopinada devoración del PP, mezcla de duelo a garrotazos y escena de sofá, parece que el señor Casado se halla justo donde él quería poner a la señora Ayuso, esto es, en la bandeja donde Salomé recibió la cabeza del Bautista. Probablemente, el señor Casado se sentía, no sin razón, en el ápice de la cadena trófica del PP; pero he aquí que su ardid shakespeariano ha derivado en un enredo de Muñoz Seca, y ahora es don Pablo, su juventud tierna y risueña, la deglutida por la maquinaria que él mismo había puesto en marcha. Todo lo cual, resumido a la manera melancólica de Pablo Abraira, quedaría en que el señor Casado "fue paloma, por querer ser gavilán". Con lo que eso duele.

Naturalmente, un estropicio tal ha desatado el gusto especulativo de la población. De modo que unos ven a Feijóo como único valedor del partido; y otros, más impacientes, no hallan valimiento alguno. También están quienes encuentran que la solución es la señora Ayuso, y, por contra, quienes entienden que doña Isabel es demasiado "plana", demasiado "básica" (todo esto, claro, al margen del asunto de las facturas, etc.), para aspirar a la presidencia del gobierno. Pero, entonces, si esta cuestión de la planicie fuera vinculante, ¿cómo explicaríamos el cargo de don Pedro Sánchez, de doña Irene Montero, de don Alberto Garzón? ¿Cómo justificaríamos la desenvuelta inanidad del anterior ministro de universidades, señor Castells? Es de suponer, pues, que la idoneidad de los candidatos va por gustos. Lo cual implica que hay candidatos de esta especie en todo el arco parlamentario, y que los partidos, y la propia democracia, son más complejos y elásticos de lo que parecían.

A quienes hoy auguran la zozobra del PP, cabría recordarles que el actual presidente del gobierno, señor Sánchez, fue defenestrado por su partido, hace no mucho, cuando el PSOE se hallaba en una grave situación de crisis. También entonces atendimos a los responsos que se ofrecieron ante el cadáver aún caliente del socialismo. Y también entonces se habló del inevitable sorpasso del señor Iglesias, hoy tertuliano de éxito. ¿Quiere esto decir que el PP saldrá vigorizado de su actual cacería? Cualquiera sabe. Ni siquiera podemos aventurar que el señor Casado sea ya una sombra, otra sombra más, en la Santa Compaña que hoy se encamina, cautelosa y nocturna, hacia Génova. Si hemos de hacer caso a Larra, solo "lo malo es lo cierto". Sin embargo, y mirado con atención, Larra no era más que un optimista del revés.

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