El Puerto Accidente de tráfico: vuelca un camión que transportaba placas solares

En un momento dado de la evolución, la cosa se pifió para los felinos. Ellos, que se las prometían tan felices, que parecían los ganadores natos del juego, que ya habían empezado a perfeccionar técnicas de aristócrata -la veleidad, la elegancia, la pereza, el desprecio, las crueles demostraciones de poder-, llegaron a verse reducidos a meros comparsas de un puñado de monos. Si observamos con atención la cara de los gatos, aún podemos rastrear cuán grave es la ofensa. Durante siglos, incluso, su debilidad por el plato de leche, el calor del fuego y el gusto por los refugios blandos, les valió la esclavitud y el verse reducidos a cazar alimañas. Semejante humillación está llegando a su fin: según un estudio realizado por diversas universidades, los gatos apenas ya muestran interés por ratas y ratones -su interés por pájaros y tortugas, en cambio, se mantiene intacto-. Lo único bueno es que ratas y ratones aún no parecen haberse enterado.

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