Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Gatomaquia

Me malicio yo que la concejala de Protección Animal pensó que mientras más gatos, menos ratas

Quienes hablan de Kapuscinski sin haber leído sus libros repiten hasta la saciedad el título de uno mal traducido Los cínicos no sirven para este oficio. El reportero polaco ascendido a los altares lo que quería expresar es que las malas personas no valen para el ejercicio del periodismo. Pues bien, yo pienso lo contrario, si me permiten la inmodestia de rebatir al santo. Yo creo que en el periodismo hace falta, como en la Guardia Civil, paso corto, vista larga y mala leche. Viene a cuento el preámbulo por el aumento de la población de gatos en Cádiz. ¿Nadie se ha parado a pensar que igual tiene que ver con la plaga de ratas que hace un año había en la ciudad? Me malicio yo que la concejala de Protección Animal (y otras muchas cosas), Eva Tubío, en un alarde propio de su altura intelectual y política, pensó que mientras más gatos, menos ratas. Se inventó lo del carnet de alimentador de gatos y empezaron a proliferar las colonias de felinos, de manera especial en el Campo del Sur. Ya se sabe que Cádiz es ciudad amiga de los animales (no conviene extrañarse de tal declaración a pique del nivel de nuestra clase política) motivo por el cual no hay corridas de toros, aunque no haya plaza, y no pueden venir circos con animales como ha quedado demostrado con el Circo Rojo de la última levantera. Así el Ayuntamiento, en un alarde de transparencia, envía a los medios de comunicación la imagen de la soledad del poder, del desafío del gobernante en solitario frente a las decisiones difíciles: José María González en el patio de los Depósitos de Loreto reflexionando sobre cómo resolver la situación de la colonia de gatos sin alimentar que según parece vivían en tal lugar. Como se ha dicho aquí: digna de un monumento, una mezcla del Memorial Lincoln y de El Pensador de Rodin. Ese intrépido alcalde que hace una pausa en su agitada agenda, que se va con un fotógrafo a Loreto para pensar cómo resolver tal misterio, como si se tratase de buscar una solución a la manera en que se cruzan la Teoría de la Relatividad y la mecánica cuántica, a la explicación del Principio de Incertidumbre de Heisseberg o la explicación de la Teoría de las Cuerdas, los Agujeros Negros o la curva gravitacional. La meditación de Diógenes alcanzó el punto Alfa y el punto Omega del pensamiento al decidir que tres alimentadores oficiales entrasen en Loreto. La soledad del mando, el peso de la púrpura. Una última pregunta: ¿irían en coche oficial el fotógrafo municipal y el alcalde hasta Loreto o sigue vedado su uso?

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