Cuando en Cádiz alguien anuncia un reparto gratuito de coronavirus , se forma una cola de inmediato. Ni Dominator Hercules Fundator ni la Muy Noble, Muy Leal y Muy Heroica. La leyenda y los títulos de la ciudad son : de lo que no cuesta, llena la cesta. Gratis, hasta cachetás. Días pasados Los Italianos hicieron su tradicional reapertura de primavera para lo que se les ocurrió regalar topolinos, que cuestan 1,5 euros cada uno en días normales. Se formó una cola que llegaba a la Iglesia de San Antonio de gente que cuando pasan por delante de la heladería de los Campo no entran ni a preguntar la hora. Como ese día era gratis unan multitud no tuvo reparo para ponerse en cola. El gaditano auténtico ve una cola y se coloca en posición, luego ya pregunta la naturaleza de la fila , el objetivo final de la espera. Da igual que den un pin, camisetas, carteles , llaveros, un vaso de plástico o una servilleta usada. La hermandad con más miembros que tiene la ciudad no es La Palma o el Nazareno, es la de Gañotes Galvanizados.

Cuando las entradas para el Concurso del Falla la gente se ponía en cola por si acaso se abría la taquilla en los lugares que ellos habían pensado o que uno que tiene un cuñado que es vecino del sobrino del taquillero le ha dicho a la prima de no sé quién que iba a ser en el Baluarte, en el Ayuntamiento o qué sé yo. No digo que los topolinos no valgan el euro y medio. Incluso más. Yo prefiero el sorbete de fresa pero reconozco que el topolino es una delicatessen de primer nivel. Diría más: en la ciudad han abierto 6 ó 7 heladerías en los últimos años pero como Los Italianos no hay nada, un templo de la gastronomía, emporio del orbe, lugar de peregrinación. Lo que no entiendo es el motivo por el cual no abren todo el año a pesar de que en la calle Ancha han abierto en los últimos meses lo menos cinco cafeterías, aparte del tradicional Liba donde los tertulianos de siempre saludan al personal delante de un café o una cerveza. Antes le decían a la calle Ancha el Tontódromo, porque era donde iban las niñas bien a pasear para ver si cazaban novio, en tiempos del Círculo Mercantil e incluso cuando Galerías Preciados. Fue lugar para batallas de papelillos y serpentinas en carnaval , luego decayó su actividad comercial frente a la pujanza de Columela y San Francisco. Con el tiempo cerró Moral y ahora Zara, con lo que la calle Ancha volverá a ser "las venas por donde corre la opinión pública española", que escribió Galdós, solo que a bordo de un topolino, si puede ser de gañote.

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