La cornucopia

Gonzalo Figueroa

Gallito de la pasión

MANUEL Pizarro ha irrumpido en el panorama electoral al ficharlo Rajoy como su número dos en las próximas elecciones y debo reconocer que su trayectoria personal impresiona: Licenciado en Derecho, abogado del Estado, Asesor jurídico de la Secretaría de Estado de Economía, Agente de cambio y bolsa, miembro y presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Presidente de la Bolsa de Madrid, etc. Y después de desempeñar diversos cargos en empresas importantes, amasando un patrimonio considerable, es nombrado presidente del Consejo de Administración de la eléctrica Endesa, puesto que ha dejado recientemente al aceptar integrarse en la lista del PP, partido en el que, según El Mundo (citado por el ex presidente extremeño Rodríguez Ibarra), ya figuraba como destacado militante y acompañante de Aznar allá por 1995.

Sin embargo, sería la primera vez que se embarca en una pugna electoral como aspirante de la derecha a un sillón parlamentario. Y lo ha hecho con vehemencia y acaloramiento, lo que ha propiciado más de algún desliz en su actuación pública, como cuando arengó a los empresarios catalanes, que no le respondieron como esperaba, ya que en Barcelona no llenó ni medio auditorio de la ONCE, y fue calificado de anticatalán por su resistencia a permitir la incorporación de Gas Natural en Endesa. Y hay casi unanimidad -salvo en su opinión de sí mismo- que en el debate con el ministro de Economía, el triunfo fue, al decir de Juan Cueto (El País), del "lentorro, buenista y sensato" Solbes, "contra esa macroeconomía acelerada, agresiva y de frase rotunda" del neocon de Teruel. Y la verdad que en su discurso económico, Pizarro fue catastrofista y hasta insolente. Mientras Solbes hablaba de una "desaceleración" económica, agravada por "factores externos", aquél se refirió a "la ruina de los españoles" y "a los males de la patria", terminando por calificar de "pago a los terroristas" ciertos gastos del Ejecutivo en relación con Justicia. Queda poco tiempo para las elecciones y quiero imaginar que el candidato Pizarro aprenderá de sus tropezones.

Esta entrada huracanada de Pizarro me autoriza a recomendarle prudencia y moderación. Si no lo hace, puede ocurrirle como a un quiquiriquí que protagoniza una tonadita popular chilena (Molinare): "¡Gallito de la pasión/ no salgas a enamorar/ que el día menos pensado/ algo te puede pasar!/ ¡Lo persiguió un gallo grande/ y en su desesperación/ se dio vueltas en el aire/ no supo dónde cayó!".

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