EL ALAMBIQUE

Luis / Hiniesta /

Fuerza moral, ya

PARECE oportuno revisar con regularidad las consecuencias de la relación entre fuerza, moral y derecho. Desde que somos sapiens hemos evolucionado hasta aceptar que el control de la fuerza solo es posible si la moral es sustento del derecho. Doy por buena la moral que fija los modos de actuar de las personas y tribus condicionados por las costumbres, y que adquieren fuerza cuando se consolidan como normas y leyes. Es posible que a veces se dude hacia donde ir, pero nunca se debe abandonar el timón que representa la fuerza moral y el derecho, para evitar desastres que animen a quienes prefieren solo la fuerza.

Como explicar a mis hijos que vivimos en una ciudad donde la casi totalidad de nuestro caminar se encuentra regulado, normalizado, asegurado y fiscalizado, pero resulta muy difícil de hacer cumplir por administración y administrados porque unos y otros resultan impresentables. Los primeros por inútiles y cobardes, los segundos por inútiles y cobardes. Por inútiles al dejar de hacer bien las cosas fáciles, la moral y el derecho, por cobardes al asustarse fácilmente ante la dificultad.

Como explicar a quien sea que en esta ciudad la administraciones públicas, la que más el Ayuntamiento, se entretienen cada día en fastidiar con normas y leyes a ciudadanos o empresas y también cada día cientos de ciudadanos y empresas se pasan por el forro las normas y leyes gracias a la dejación de funciones de esas mismas administraciones públicas, la que más el Ayuntamiento.

No voy a relatar la lista de casos, desde urbanismos hasta deportes, desde compras hasta recaudación, pero no me privo de destacar los dos casos más graves. En el número uno los 12 años de suma y sigue para la revisión del PGOU, y su incurable tumor de corrupción y desorden urbano. En el número dos la voracidad de gasto público sin evaluación de resultados, y su tumor de deuda e ineficacia.

Con qué fuerza moral se podrá defender la democracia y el derecho público, de la fuerza bruta que comienza a campar a sus anchas en busca del líder mesiánico que mueva el péndulo del horror. Toca resistir.

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