Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

Frustrados

El plan b del sector turístico se ha truncado este verano y ahora debe gestionar una nueva crisis, la emocional

La pandemia no deja de provocar tsunamis. A las crisis sanitaria, económica y social se suma la emocional, que se agrava a medida que la esperanza se deposita en exclusiva en el milagro de una vacuna. El simple hecho de ver sólo esa salida posible demuestra el estado de ánimo de la sociedad. Una opinión extendida es que, hasta que no podamos inmunizarnos, nada cambiará ni mucho menos mejorará. Y así han empezado a asumirlo algunos profesionales del sector turístico, que jamás ha conocido un castigo igual.

En los primeros meses de la pandemia la capacidad de reacción del sector fue más que ejemplar. Con una unidad inédita abrió una senda acertada para reinventarse y salvar una industria que, aunque a algunos les pese, ha sido y debería seguir siendo un gran motor de la economía. Y con un entusiasmo contagioso afrontó un verano ilusionante que ha dado un giro y no supera ni las más bajas expectativas. Al adelanto de los rebrotes se une la insuficiente respuesta de ese turismo de cercanía que se presuponía que ayudaría a poner en marcha la maquinaria. El plan b se ha truncado también y ahora toca gestionar la crisis personal. Hay muchos que llevan meses trabajando a pérdidas y a quienes se les ha agotado ya la capacidad de endeudamiento y de aguante.

Escucho a algunos decir, y hay hasta memes en las redes que apoyan el argumento, que el exceso de información genera miedo y alarma extrema y que eso perjudica a muchas familias que viven del turismo. Y se desatan mil y un debates con poco hilo. Las noticias (ojo, no las fake news ni la desinformación) son las que son. Descorazonadoras, pero no por evitarlas va a invertirse el pickup de los hoteles. Ojalá fuese tan fácil. ¿Dónde está el límite? La clave está en la responsabilidad. Y todos, y eso incluye al sector turístico, debemos ser precavidos y evitar tanto el triunfalismo como la paranoia. Exigir rigor y el cumplimiento de los compromisos políticos. Y estos días da la sensación que se vendió mucho apoyo que no acaba de materializarse.

La realidad nos desborda, la incertidumbre y esa nueva normalidad obliga a dejarlo todo a medias. Podemos viajar, salir, comer... pero no de la manera que queremos. El reto del sector turístico quizás sea gestionar esa gran decepción y encontrar nuevas fórmulas que llenen ese vacío en las emociones y el bolsillo. Buscar otros culpables y rendirse nunca es buena opción. Conmueve ver cómo algunos se resisten a caer. Ésa es la mejor medicina.

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