La identidad de una ciudad la hacen los establecimientos propios que imprimen originalidad y la hacen diferente a otras. En todos los centros de todas las ciudad del mundo hay los mismos restaurantes y las mismas tiendas, debe ser la globalización. En aquellas donde sus comerciantes han sabido renovarse y ofrecer algo distinto, ese sello de distinción y diferencia las hace originales y por lo tanto atractivas. Está bien que San Juan de Dios se llene con Volapié, MacDonald, Burger King y si seguimos un poco más 100 Montaditos y alguna otra. No pasa nada porque haya en el centro Mango, Zara, Spagnolo y tantas otras cadenas, de ropa o de garrapiñadas. También hay gente que busca eso pero los mismos precios y la misma oferta la encuentran en todas y cada una de las ciudades de manera uniforme.

Para el consumidor local está bien porque tiene más posibilidades, pero no va a venir turismo para tomarse un Big Mac. Las visitantes esperan encontrar cosas distintas que no haya en su pueblo, desde restaurantes con ofertas de gastronomía de la zona hasta tiendas que le ofrezcan algo singular, sobre todo en el centro. Un par de eso que ahora llaman emprendedores quieren montar un restaurante carnavalesco (signifique esto lo que signifique, que diría Millás) en el Estadio.Le auguro un pésimo futuro. Nadie va a ir hasta La Laguna para ver espectáculos de esta naturaleza ni a comer un filete al pasodoble con pellizco ni un guiso al contraalto mientras algún octavillita se desgañita en el escenario. Creo yo, desde luego, que soy cualquier cosa menos un emprendedor. Asunto diferente sería montar el establecimiento por el centro, al estilo de La Cava, que ofrece muchas mañanas espectáculos flamencos para los cruceristas con más dignidad que la que baila sobre una tabla en la Catedral, que también la mujer tiene derecho a buscarse la vida, faltaría más.

No es un drama que abra Mac Donald, lo es que La Nueva Ola o el Samuel no termine de arrancar, por decir algo, o que el Sardinero se especialice en esas paellas precocinadas para que los turistas se crean que están degustando un manjar español y muy español hecho por españoles. O que cerrase La Pila Vieja, el Velardes Plaza, el Pedrín, La Palma del Hondillo, el Español, el Mikay o Los Pabellones. No se trata de la nostalgia, se trata de que haya más tiendas como Isi y que prosperen Angelita , El Chicuco, La Cepa, Sopranis, Joselito, Rafael, el Bar de Los Caracoles y Sobrina, por decir algo.

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