EN España no atinábamos a explicarnos lo que venía aconteciendo últimamente en el panorama político de Francia. El subidón del Frente Nacional hasta convertirse en el partido del país vecino más votado en las recientes elecciones europeas nos asombraba. ¿Cómo podía entenderse que en pleno siglo XXI, con todo lo vivido en el continente durante la centuria anterior, un grupo extremista se ubicara en disposición de gobernar en breve? ¿De qué modo era comprensible que los franceses se volcaran con Marine Le Pen desde que suplió a su progenitor en la presidencia del FN? La solución al enigma estaba en España. Aquí se ha producido el símil que lo aclara. Los problemones se toman como base justificadora de casi todo, hasta de la meteórica ascensión de Podemos, un partido tan ultra como el galo. Dos perros pitbull con el mismo collar pero de diferentes colores (uno azul y otro rojo).
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