Polémica Cinco euros al turismo por entrar en Venecia: una tasa muy alejada de la situación actual en Cádiz

Fran González ha recuperado el brillo cuando casi todos le daban por muerto. Apenas tenía pulso y, casi por ensalmo, Pedro Sánchez le ha resucitado al nombrar a dos de sus compañeros, Victoria Rodríguez y José Pacheco, como delegada de la Zona Franca y subdelegado del Gobierno. Estos dos cargos -por no se sabe cuánto tiempo- le otorgan una proyección al PSOE gaditano, que ni González imaginaba. No tendrán mucho tiempo para aterrizar y exhibir sus dotes para la gestión o todo lo contrario, pero sí el justo para ganar visibilidad con su política de gestos. Si a esto se añade que el PSOE, con el ambiente favorable en las encuestas, empieza a creer en sus opciones, es natural que a González le brillen las pupilas más que a los protagonistas de los dibujos animados japoneses. Su impulso repentino también se puede leer en clave interna, ya que se ha consolidado como el hombre de confianza para Pedro Sánchez en la provincia, en recompensa a su lealtad durante su batalla contra Susana Díaz. Todos le dieron por muerto, varias veces, tras este movimiento suyo tan a la desesperada, pero el líder de los socialistas gaditanos siempre salió a flote. Y aunque a priori parecía que también Rafael Román gozaría de capacidad de influencia sobre Sánchez, al final fue González quien decidió en los cargos más relevantes.

El tablero político municipal ha cambiado con su vuelta. Hasta la moción de censura contra Rajoy, sólo el ascenso imparable de Ciudadanos en los sondeos amenazaba la plácida travesía del gobierno municipal. Pero ahora irrumpe con fuerza la posibilidad de que los socialistas alarguen la partida y recuperen terreno gracias al viento de cola que sopla de Madrid tras el cambio de Gobierno. Si juega bien sus cartas y la Junta cumple, Fran González podrá exhibir que cuenta con un equipo solvente en puestos claves de la Administración, frente a un gobierno municipal que a duras penas logra encauzar su gestión en San Juan de Dios. Su torpeza con el pliego de la limpieza sólo ha sido comparable a su incapacidad para atender los asuntos sociales, su gran apuesta electoral, con permiso de Martínez de Pinillos, ese impagable vigilante de la playa que Cádiz no se merece.

Al alcalde y a su equipo les ha valido por ahora con apelar a las emociones para mantenerse a flote y como favoritos en las quinielas. Cádiz fue consciente en 2015 de que se ponía en manos de una fantasía, pero era feliz imaginando un futuro prometedor con los jóvenes regresando por Carranza y los niños poblando de nuevo sus plazas. Podemos jugó bien sus cartas al encarnar lo joven frente a lo viejo convencido de que, ante un buen relato ilusionante, la ciudadanía se entregaría por completo a sus sentimientos, aun a riesgo de llevarse un chasco. Por más limitados e inexpertos que fuesen algunos de sus dirigentes, los sueños de grandeza se abrieron paso con poderosos relatos que al poco tiempo se vieron torpedeados, como es natural, por evidencias y algún que otro sonoro fracaso. La historia pondrá todo en su lugar. Pero el momento presente, hasta ahora, ha favorecido al gobierno local. A Podemos casi le bastaba con sestear y no equivocarse para aspirar a todo de nuevo. Pero un tal Fran González les ha despertado en lo más profundo del sueño.

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