Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Forcadell

Los de la CUP han emitido un vídeo de Arcadia feliz que es una mezcla de las Baader-Meinhof y Barrio Sésamo

La pregunta del referéndum está mal planteada. Debería enunciarse en estos términos: ¿Quién ha hecho más por la cultura catalana, Albert Boadella o Carles Puigdemont y Carme Forcadell? El Ejecutivo y el Legislativo catalán, que han hecho trizas la esencia de Montesquieu, suenan a los turroneros de la película de Berlanga Moros y cristianos. En el argot balompédico, ni Puigdemont ni Forcadell deberían llegar al turrón en las próximas Navidades, aunque ellos también sueñan con que el 1-0 vuelva a ser un 5-0 al Español, gentilicio de la España malamadre y peor madrastra, con rabo de toro de Romario a Alcorta incluido.

La ilegalidad se volvió abyección y vileza cuando los dirigentes del partido que gobierna en la Generalitat se pusieron a cantar No tincpor (No tengo miedo), la misma frase que miles de manifestantes corearon para repudiar el atentado yihadista en las Ramblas. Tan amigos de los símbolos (la simplicidad no sale nunca de lo simbólico) podrían haber elegido otra frase para evitar esta banalización de las víctimas o esta equiparación simbólica entre el Estado Islámico y el Palacio de la Moncloa.

Haría falta un nuevo Berlanga que reeditara La escopeta nacional con José Sazatornil aprovechando la montería para vender sus porteros automáticos. En este viaje a ninguna parte llama la atención el silencio clamoroso de los sindicatos. ¿Qué fue del internacionalismo? ¿Qué pasó con las plusvalías con las que la burguesía catalana se enriqueció a costa de la mano de obra emigrante? Callan los sindicatos o no hablan lo suficiente en un cruce de ruidos y soflamas. La burguesía catalana, esa que emerge de los libros de Ignacio Agustí, se las promete muy felices como cuando la filoxera les dio pingües beneficios a su industria textil, pero esto suena al poema de Bertolt Brecht. Los de la CUP fueron primero a por los capitalistas de la capital; después irán a por los capitalistas de su territorio, que no tendrán bandera ni himno para esconderse. En plena guerra civil, el alcalde anarquista de Gandesa, si le quieres escribir ya sabes su paradero, hizo acuñar monedas con su efigie. El anticapitalismo es la continuación del negocio por otros medios. Otra vez Boadella y sus Joglars haciendo M-7 Catalonia, Cataletonia, con un cuerpo de actores antisistema que han emitido un vídeo virginal, arcádico, que es una mezcla de las Baader-Meinhoff y Barrio Sésamo.

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