Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

ES curioso cómo la flexibilidad solicitada por el Gobierno a los agentes sociales y a la patronal en la negociación colectiva haya provocado, a la postre, la ruptura total de las conversaciones y la consecuente redacción del decreto sobre la reforma laboral (que debe incluir la negociación de convenios colectivos) y que presentará el viernes para su aprobación, porque hay mucha prisa por llevar a Europa la tarea bien hecha, como dicen los entendidos y como así fue "ordenado" a Zapatero en su día. Declaran que redactaran un texto que contemple las propuestas de ambas partes con la misma distancia , y yo digo equidistante de qué punto, porque al final hacen lo que les da la gana o están instados a hacerlo por las altas esferas comunitarias económicas. ¿Sabían ustedes que ese texto afectará a once millones de trabajadores repartidos entre grandes empresas, medianas, pequeñas y diminutas? Si ya la reforma laboral propuesta en España no ha servido ni para disminuir el paro ni para crear empleo, qué podemos esperar del texto que redacten ellos.

Si la finalidad de la negociación era llegar a un acuerdo en cuanto a condiciones laborales aplicables a la generalidad de los trabajadores y eso no se ha conseguido, ¿qué nos queda a los trabajadores si la única arma que poseemos como medida de presión es acudir a la huelga?

A la patronal le daba igual la negociación y llegar a un acuerdo porque la victoria del PP en las últimas elecciones les va a servir en bandeja todas sus aspiraciones negociadoras, teniendo en cuentaque el sector más reaccionario de la patronal hizo que ésta diera marcha atrás y las conversaciones quedaron rotas. Al trabajador le perjudica por todas partes: por una, la reforma laboral ya le ha recortado condiciones laborales conseguidas años atrás y ahora el gobierno hará otro tanto de lo mismo en su proyecto de convenio.

El mundo político está desquiciado; lo veo cómo un gran juego on line en el que las partes implicadas juegan según unas estrictas normas basadas en no tener en cuenta, ni por asomo, las normas generales de los peones con las que mueven sus apuestas. Somos meros millones de figuras en un gran tablero dominado por unos pocos croupiers.

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