Feria del Libro

Es un evento costumbrista con más de 30 años, que se debería reconducir y potenciar mientras queden librerías

Desde que la Feria del Libro de Cádiz fue trasladada al Baluarte de la Candelaria (antiguo Museo del Ná) existe una polémica sobre el lugar de ubicación más idóneo. Una polémica minoritaria, por supuesto, ya que la Feria del Libro interesa relativamente, en esta ciudad antaño tan culta. Y al alcalde González aún no se le ha ocurrido convocar un referéndum popular con los sectores interesados. A lo más que se ha llegado es a una mesa redonda, donde no hubo ideas claras. Soy de los convencidos de que el Baluarte es uno de los sitios más bonitos posibles para la Feria del Libro, pero también uno de los peores para vender libros.

Conste que el actual Ayuntamiento del cambio se lo encontró así, y lo ha mantenido parecido, pues no tenían ninguna idea propia, ni habían pensando en cambiarlo, ni en dejarlo igual. Ya se ha visto que la cultura quedaba al margen de sus preocupaciones sociales. Por ello, a la concejala Eva Tubío la dejaremos aquí más suelta de responsabilidades, ya que sólo se ha limitado a poner un cartel de circunstancias; y además esto se lo organizan los técnicos.

Buscan a un pregonero, en este caso Juan Cruz. Así comienza la Feria del Libro, que se le dedica a algo. Por ejemplo, a México, como este año. Se supone que en homenaje a Juan Rulfo. Aunque también incluyen un librito de colegas sobre Teresa Rodríguez (la de Podemos) y Antonio Maíllo (el de IU), que nada tienen que ver con mexicanos como Carlos Fuentes y Octavio Paz. Al final, nos sale que la Feria del Libro de Cádiz aporta un modesto impacto económico en el sector, que tampoco atraviesa sus mejores días. Se organizan actividades cultas y lúdicas, van niños de los colegios, firman autores, conferencias más o menos concurridas (según)... Pero no se alcanza ese pellizquito fetén del gran acontecimiento, como cuando viene el dúo de Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo a las presencias literarias.

Las casamatas del Baluarte son maravillosas, ofrecen visiones idílicas. Libros frente al océano mar, que diría Alessandro Baricco, un italiano al que creo que nunca han invitado aquí. No obstante, es probable que esos libros se vendieran mejor en otro sitio, al aire libre, en unas casetas instaladas en la misma Alameda o en el Parque, pongo por caso, que sería como un Retiro gaditano. Todo eso suponiendo que lo más importante de esta Feria sea vender libros.

Se podría decir que no sirve para nada, o sólo para un aspaviento cultural. Pero es un evento costumbrista con más de 30 años, que se debería reconducir y potenciar. Al menos, mientras queden algunas librerías, de las pocas que se han salvado en Cádiz.

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