YA han comenzado. El viernes fui a la primera y ya he confirmado asistencia a varias más que se celebrarán en los próximos días. Me refiero a las comidas y cenas navideñas, así como desayunos informativos y zambombas (he cogido la afición a este tipo de eventos desde que hace ya algunos años laboro en Jerez).

Yo no sé que harán ustedes pero para mi la cuesta de enero significa que hay que abrocharse el cinturón en el tema económico y, principalmente, en todo lo que esté relacionado con las comidas en general. Es decir, que se acabaron los polvorones, turrones y otras delicatessen navideñas. A partir del día de Reyes vuelvo de nuevo a la vida sana.

A mí es que la marcha de los encuentros navideños con compañeros de trabajo me gusta para salir de la monotonía diaria y porque es importante vernos en otro lugar diferente a las cuatro paredes donde, por nuestra profesión, somos testigos de constantes sobresaltos políticos.

Además siempre está bien darnos cuenta que los jefes cantan y bailan tan mal como nosotros y que incluso pueden llegar a perder los papeles en algún momento lo que hace que la vuelta al despacho al día siguiente sea mucho más llevadera porque evitan mirarte a los ojos directamente, al menos durante unas horas. Y eso siempre es bueno para coger el tranquillo.

Otros encuentros que me gustan y de los que disfruto son aquellos que se organizan entre compañeros de otras épocas, porque nos dan la oportunidad de volver a recordar tiempos que fueron importantes de nuestras vidas, por lo menos de la mía.

En una de estas reuniones de ex-compañeros echaré de menos a mi amigo Javier que hace unos meses nos dejó. Silencioso y trabajador siempre hizo que los años que compartimos en el gabinete de prensa del Ayuntamiento de El Puerto fueran muy fáciles de llevar. En estas fiestas volveré a brindar por él porque estoy segura que sentiré su abrazo.

Felices encuentros a todos los que tenemos la suerte de estar aquí.