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Fantasmas de paseo

Ignorando lo que le pasó a Díaz al colocar a Vox en el centro del debate, también Pedro Sánchez le concede más protagonismo

Ahora que estamos en campaña,los políticos se desgañitan entre mentiras, medias verdades y promesas vacías. Y cuando ya no saben qué inventar, nos meten el miedo sacando sus fantasmas a pasear: ¡que viene el coco!, exclaman, señalando al rival, como si fuésemos chiquillos indefensos y ellos la luz que ilumina el pasillo. Hasta Pedro Sánchez ignora lo caro que le salió a Susana Díaz darle protagonismo a la derecha radical, y ha metido a Vox en el debate electoral de lleno al resucitar el fantasma de Franco. Lo curioso es que le da igual el resultado, porque cuanto más los señala, más se exhibe el votante de Vox, sobre todo entre los jóvenes.

Cuando las encuestas le sonreían, el candidato socialista los ninguneaba por completo, como si la ultraderecha no existiera, pero cuando los sondeos frenaron sus expectativas y aumentaron las del PP, Sánchez aceleró los plazos y decidió desenterrar al dictador por todo lo alto, con helicóptero y una solemne cobertura de RTVE en directo incluida. Como si la exhumación del Valle de los Caídos -algo por cierto de cajón- le supiera poco emocionante, avivó su recuerdo y agitó el franquismo lo que pudo para dar alas a Vox. Nada es casual en un acto electoral. Y por tanto, que el PSOE gaditano dedicara su primer día de campaña a las víctimas del franquismo en el cementerio de Medina Sidonia responde a una estrategia. Es como si un espíritu rancio hubiese convencido a Sánchez de que hay que hacer todo lo posible para convencer a los electores de que la suma entre PP, Cs y Vox -que en verano sonaba a chiste- ahora es probable. Y tanto. No en vano, cada vez le preguntan más a menudo a Sánchez por una posible coalición con el PP, quizá la única salida posible al bloqueo a partir del domingo. Y la noticia no está en que descarte la posibilidad, la noticia es que ya se observa con naturalidad por el gran público. Y decir que la alternativa a su gobierno es "un gobierno del PP con los franquistas" no es más que un intento a la desesperada para debilitar a los populares. Si a ello unimos sus bandazos con Cataluña, los voxeros no pueden estar más contentos, con un Sánchez que lo mismo mantiene a raya a los independentistas que recita poesía con ellos del brazo; y que lo mismo habla de España como si la llevase tatuada en el pecho, que lanza un guiño al federalismo.

Ciertamente dan todos mucho miedo, porque luego están las promesas. El PSOE, como todos, promete una lluvia de inversiones en Cádiz. Y a tenor de lo dicho por el consejero de Universidad, el miércoles, cuando chafó el aniversario de la UCA, no conviene fiarse, pero de nadie. Rogelio Velasco dejó claro que la Junta no pagará el traslado de Educación al viejo Valcárcel porque no existe compromiso (del anterior Ejecutivo socialista) escrito para pagar las obras. Y por esa regla de tres, los gaditanos no podrán creer ni en el nuevo hospital, ni en la Ciudad de la Justicia, ni en las autovías prometidas por el nuevo Gobierno andaluz, hasta que no se comprometa el último euro a pagar. Está visto que en Cádiz, cuando la política se apodera de cualquier asunto, aunque sea de cajón, el consenso salta por los aires. Con Valcárcel parecía todo atado porque, por una vez, se sumaron lealtades trabajando en los despachos. Pero a la hora de la verdad, han vuelvo los fantasmas y los gobernantes han optado por revolcarse en el barro para desacreditar al adversario en lugar de recuperar el sentido común. Si el dinero que puso la Junta para el proyecto de ejecución de Valcárcel es papel mojado, si el compromiso de Susana Díaz también lo es, y si resulta que aquello sólo fue una promesa del más allá, al final vamos a tener que pensar que los fantasmas no sólo existen sino que están por todas partes.

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