El Palillero

José Joaquín / león

Falla, gaditano en el olvido

ALGUNAS ciudades han aprovechado divinamente a sus grandes personajes. Un ejemplo es Barcelona con la obra de Antoni Gaudí. Miles y miles de personas acuden a la capital catalana. No sólo para visitar su obra emblemática de la Sagrada Familia (que diseñó, pero no terminó), sino que hay una ruta de peregrinación por los escenarios de su vida y su obra. Por el contrario, en Cádiz nunca se ha sabido aprovechar que fue la cuna y la ciudad donde se formó Manuel de Falla, el músico español más importante de los últimos siglos. Se puede objetar que un arquitecto tiene más visualidad urbana que un músico. Pero los grandes músicos atraen a miles de personas a sus ciudades de origen. Cádiz es desagradecida con Falla. Si tanta gente cree que es granadino será por algo. A pesar de todo, Cádiz es esencial para entenderlo

Manuel de Falla nació el 23 de noviembre de 1876 en la plaza de Mina número 3. Fue bautizado en la parroquia del Rosario (en la pila de las celebridades gaditanas). Aquí estudió. Aquí fundó unas revistas. Aquí le entró la conciencia musical, según explicó él mismo. Sucedió en 1893, en un concierto memorable (cuando en Cádiz había conciertos memorables todavía), y entendió que ya sólo quería ser músico. Después Falla hizo lo mismo que casi todos los gaditanos que tienen aspiraciones: irse de Cádiz. Concretamente a Madrid, y después a París. Nadie le echó la culpa de su emigración a Teófila Martínez, ya que aún faltaba un siglo para que fuera alcaldesa de Cádiz. Como curiosidad, entonces Fermín Salvochea tampoco lo era, sino que estaba preso por unas cuestiones confusas del anarquismo.

La casa natal de Falla está en la plaza de Mina, la pila del bautismo en la parroquia del Rosario, tiene dedicado un teatro famoso, y fue enterrado en la Catedral (junto a José María Pemán) después de ser trasladado su cadáver desde Alta Gracia (Argentina), donde falleció. Con esos escenarios se podría organizar una gran ruta de Manuel de Falla para el turismo.

Para ello es fundamental adquirir la Casa de Falla y convertirla en un museo. Se intentó, pero es una casa habitada y no hubo acuerdo para la venta. Lo planteó Rafael Román, cuando era presidente de la Diputación. Lo ha propuesto, en diversas ocasiones, el presidente del Ateneo, Ignacio Moreno Aparicio, que es un defensor de la causa. Parece que ahora hay más posibilidades. Pero esto es Cádiz. Aquí inventan dioses castizos y cierran los ojos ante lo universal. Así se olvida a Manuel de Falla, ese gaditano ilustre, entre la general indiferencia.

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