El catamarán

Rafael Navas Rnavas@diariodecadiz.com

'Exposados'

ANDA mucha gente preocupada últimamente por la aparición en público de los detenidos por presuntos casos de corrupción, lo que se ha dado en llamar la 'pena de telediario'. Políticos y asesores, empresarios y profesionales que son expuestos, esposados y custodiados por las fuerzas del orden, porque un juez ha entendido que han cometido un delito. Resulta curioso que el debate haya surgido precisamente cuando han detenido a políticos de determinados partidos políticos y no antes, por ejemplo el día de la detención de cualquier choricete de tres al cuarto por dar un palo en un comercio, pues se supone que en todos los casos los detenidos han de gozar de iguales derechos. Por ellos nadie pone el grito en el cielo. Pero parece que hasta en eso de las detenciones hay quien piensa que debe haber clases cuando lo que parece más grave, puestos a comparar, es aquel chorizo que se queda con el dinero que es de todos y defraudando la confianza depositada en él por miles y miles de ciudadanos.

¿Manga ancha con los mangantes? En mi opinión, quien se expone a que le pillen mangando el dinero público y abusa del poder otorgado por las urnas para enriquecerse, se expone también a que le pille una cámara en el momento de ser esposado o cuando lo conducen a una comisaría. Bien es cierto que hay quien sospecha que muchas veces se abren las puertas de los juzgados a la vista de los fotógrafos cuando interesa y según quién, pero ese es otro debate. El miércoles, al detenido por el desfalco en la caja municipal en San Fernando parece que le echaron una manita para despistar a la Prensa. ¿Por qué?

Que un indeseable ladrón, por mucho guante blanco o apellido que luzca, aparezca ante nuestros ojos como lo que es, sólo puede ser un camino hacia la ejemplaridad, para que otros se lo piensen. No sea que cale el mensaje de que hay cosas que salen gratis y otros se animen, terminando por dañar irreparablemente la imagen de la clase política y con ello a la propia democracia. Y en los tiempos que corren eso es un caldo de cultivo para el populismo y la intolerancia. Así que no nos pongamos ahora exquisitos, que es mucho lo que está en juego. Algo más que el dinero de todos, que algunos se quieren llevar por la cara y encima sin testigos.

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