las dos orillas

José Joaquín León

Europa aún existe

ENTRE Francia y Grecia, a la señora Merkel se le habrán puesto los vellos de punta. ¡Vaya domingo y vaya lunes! Las bolsas empezaron con números rojos (¿de qué color si no?) y después se resignaron. Aquí, con la simpleza extrapoladora que nos caracteriza, parece que Rubalcaba ha ganado en Francia, en vez de Hollande, como si antes hubiera ganado Rajoy cuando estaba Sarkozy. En Francia no les gusta nada que los alemanes les digan lo que deben hacer, y además piensan que Zapatero no podría ser francés. A Sarkozy le falló el voto del miedo, aunque por poco. A Sarkozy le fallaba casi todo: él no cae bien, ni le beneficia Carla Bruni. Estamos en el recambio del cambio de los gobiernos. Todos cambian, no se salva ni uno. Bueno, uno sí se ha salvado, el único: Pepe Griñán en Andalucía, que no cambia. Por los pelos de IU.

Pero el gran problema para Europa no va a ser el francés, sino el griego. O Europa propiamente dicha. Hasta ahora la Unión Europea se ha fundamentado, políticamente, en la democracia liberal, con una tendencia al bipartidismo de una derecha y una izquierda sosegadas (populares, demócrata cristianos y conservadores, de un lado; y socialdemócratas y laboristas, de otro). En Grecia se ha visto que el esquema puede saltar por los aires si vienen mal dadas. Entre los dos grandes partidos que apoyaban el rescate (equiparables al PP y el PSOE de allí) no han conseguido la mayoría, a pesar de un sistema que le regala 50 escaños al partido con más votos. La extrema izquierda revolucionaria y la extrema derecha nazi no sólo tienen fuerza parlamentaria, sino que son las opciones emergentes, las que han ganado votantes a los partidos tradicionales.

La situación de España, hoy por hoy, no es como la de Grecia, en cuanto al extremismo político. Pero si la crisis se agrava más, el paro aumenta y la ruina es inexorable, no debemos olvidar que venimos de una historia parecida. En Grecia se quemó primero el Pasok socialista de Papandreu, que no afrontó bien la crisis. Fueron relevados por los conservadores de Nueva Democracia. Pero en estas elecciones han sido castigados los dos. El Pasok también ha seguido de capa caída. Ha fracasado. No se le han perdonado sus errores. No es un caso como el de Hollande, que se presentaba inmaculado de la crisis, a pesar del síndrome de Zapatero que agitaba Sarkozy.

Está claro que algunas cosas deben cambiar en la política económica europea, aunque es imposible que vuelvan los tiempos de dale alegría a tu cartera andaluza macarena, y viva España con el déficit público. Europa aún existe, pero quizá le queda poco tiempo. Hay que enderezar el rumbo de los que se ahogan, también aquí. Y será imposible si cada uno sólo se preocupa por sus votos.

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