La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Europa, azotada sin piedad

Un siglo después de su publicación la pandemia tal vez consume la decadencia de Occidente de Spengler

España está como está. En parte por la pésima gestión del peor Gobierno posible, en parte por responder con la fragmentación autonómica a un desafío que exige unidad y en parte por la irresponsabilidad de muchos ciudadanos, ha encabezado los peores datos de Europa. Pero solo fue una adelantada: ahora Europa triplica en un mes el número de contagiados, acumula la mitad de los casos mundiales (la misma cifra que el pasado 14 de abril) y una de cada cuatro muertes en el mundo. Según la OMS está "en un momento crítico de la pandemia".

Europa se ha dado por muerta muchas veces a lo largo del siglo XX. Hace un siglo que Spengler publicó su famoso La decadencia de Occidente. Europa ha ido perdiendo la hegemonía mundial que tuvo desde el Renacimiento tras la Primera Guerra Mundial, con la paralela emergencia de Estados Unidos ocupando el lugar que el siglo anterior correspondió al imperio inglés y antes al español. La Segunda Guerra Mundial significó la definitiva primacía estadounidense y el definitivo eclipse del poderío de Europa. Conservó, por lo menos hasta los años 70, la primacía cultural. De otra parte, los Estados Unidos no dejaban de ser una nueva Europa, un proyecto nacido del injerto de la Ilustración francesa en el pragmatismo anglosajón: el siempre agudo George Steiner, una de las últimas luces humanistas de Europa que se apagó en febrero de este año, escribió que el esplendor cultural centroeuropeo -el mundo de ayer de Zweig- siguió brillando en la intelectualidad judía estadounidense. Tras la caída del bloque comunista Maastrich representó la voluntad europea de reinventarse para afrontar la era de la globalización.

Pero ahora tal vez ese aliento cultural que tanto brilló hasta los años 70 se esté extinguiendo y la forma brutal en que la pandemia se está cebando con Europa no augura nada bueno para la UE. En lo político y económico, con ese hijo de Europa que es Estados Unidos en decadencia, su irrelevancia será mayor. En lo cultural el sociólogo Wolfgang Streeck ha definido bien la situación: "Amo a Europa, amo Alemania, Italia, Francia y España. Pero la Unión Europea no es lo mismo. El problema es que la propaganda de la UE confunde ambas cosas. Europa es el legado romano y griego más una enorme diversidad histórica de lenguas y dialectos, con culturas nacionales maravillosas y diferentes que deben ser preservadas, no unificadas por los mercados".

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