Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Estrabón y yo

El poder es una droga para todo el que lo prueba y hay quien pierde la cabeza por alcanzarlo o mantenerlo

Como recordaba a menudo Camilo José Cela hay tres cosas que mueven el mundo: sexo, dinero y afán de mando. Esto último, el poder, es una droga para todo el que lo prueba hasta el punto de que hay quien pierde la cabeza para alcanzarlo o para conservarlo. La clase política antes compuesta por gente del PSOE y el PP y ahora ampliado el abanico a nuevos partidos donde todos sus integrantes tienen algo en común : ambición y vanidad. La ambición, en dosis justas, puede ser un asunto interesante porque hace avanzar a las sociedades, la personal y la colectiva. Pero la vanidad, ay amigos, la vanidad convierte en ridículas a las personas , de manera especial a los políticos. Se decía en los tiempos de Alejandro Rojas Marcos como alcalde de Sevilla que si cualquier persona entraba en un Photomaton (esas máquinas de la Edad de Piedra, desaparecidas ya de nuestras calles) el aparato te preguntaba si querías la foto solo o con Rojas Marcos, a quien llamaban Kodak Marcos. Fue el ejemplo de político vanidoso rodeado de una corte de aduladores que le fotografiaban allá por donde iba. Rojas Marcos fue un poco exagerado para los usos de la época aunque en realidad creó escuela. Teófila Martínez se hacía fotos con todo el mundo que su guardia pretoriana administraba para que no se notase cuando no estaba en la ciudad. José María González se hace fotos idénticas: la de la silla de ruedas o la del autobús se le vimos a su predecesora, como aquel personaje de los dibujos animados que gritaba sin parar "¡Quiero besar niños! ¡quiero besar niños!". Unos y otros, nuevos y viejos, anticapis y liberales, conservadores y socialdemócratas , se mueren por salir en los medios a todas horas. El culmen de la vanidad llegó ayer con Antonio Castillo, el que fuera concejal de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, que se atribuye sin asomo de pudor todo lo que hicieron los gobiernos de Teófila Martínez, que no debió tener ninguna responsabilidad en la obtención de fondos europeos y del Gobierno que se consiguieron para los equipamientos a que se refiere. El paroxismo llega al máximo en el momento de atribuirse el hallazgo de los restos fenicios del yacimiento Gadir. Según dice si no hubiera sido por él no habría yacimiento. Qué hombre, qué portento, qué cultura, qué inteligencia, qué capacidad de gestión, qué político tan preclaro. De Estrabón a nuestros días nadie ha posado su mirada con tal inteligencia y formación viene a decir. Otro día hablamos de su tesis, que ríanse ustedes de Pedro Sánchez o Ramoní.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios