Estampas de Navidad

La foto de Mestre y García ha sorprendido relativamente, casi tanto como la de Kichi y Vila poniendo su pacto a salvo

Los que piensan que la política no es más que el teatro del mamoneo quizá han recapacitado tras despertarse con la tierna imagen de Irene García y Ana Mestre prometiendo trabajar por la provincia, de la mano, en adelante. ¿Quién dijo que el espíritu navideño no sigue vigente? Su estampa de Navidad sólo ha sido comparable a la de Kichi y Martín Vila renovando sus votos. Tras tantos lustros tirándose los planes de futuro a la cabeza en los plenos instamínicos, el acuerdo entre los populares y los socialistas ha sido milagroso. Ya puestos podrían contarnos en qué tres proyectos estratégicos se han puesto de acuerdo. Porque al fin y al cabo, nuestro problema no es lograr fondos (ahí siguen durmiendo los cien millones de Las Aletas), nuestro problema es que no sabemos ni cómo, ni en qué gastarlos.

Con los tendidos cada vez más crispados y alejados de la política, la foto de la sonrisa entre Mestre y García llega en buen momento. Habrá sorprendido a los más despistados, pero relativamente. Tanto como ver al alcalde gaditano y al líder de Ganar Cádiz poniendo a salvo su sociedad local de la bronca entre sus formaciones en Diputación y en el Parlamento. ¿Y por qué no en el Ayuntamiento? Porque no es lo mismo marcar el territorio desde la fría oposición, que jugarte los cuartos cuando gobiernas. Es lo que han debido pensar Kichi y Vila, casi sin hablarlo. Al alcalde, romper sólo le generaría mucho ruido e inestabilidad. Y si a Vila le diera por dinamitar puentes, al dictado de IU, dejaría sus planes en el aire y a sus colaboradores en la intemperie.

La histórica reunión de la líder del PSOE con la del PP no debió alargarse mucho porque sirvió por lo visto para analizar la situación de la industria y el empleo en Cádiz. No ha trascendido si brindaron para limar asperezas, pero a la misma hora, más o menos, en que San José y María pedían posada en Belén, ellas acordaron trabajar en un documento conjunto (aquí tendría que sonar el redoble de tambores) que recogerá propuestas para impulsar la recuperación de la economía. El milagro del consenso llegó tan sólo a los dos días de que Mestre le pidiera a los socialistas un encuentro. Y como si no hubiera un mañana, apenas unos días después de que Podemos declarara en el Congreso nuestra industria como un sector estratégico, sin duda, otro gran hallazgo para Cádiz.

Han sido tantas las promesas rotas que ya sólo estamos seguros de nada. Prueba de ello es que no ha sido fácil encontrar a voluntarios que quisieran ser los primeros en vacunarse hoy contra el Covid. ¿Estamos locos? Los más escépticos ante el fuego impulsor de los dirigentes tendrían que concederles algún mérito a todos ellos sin excepción por higiene mental y aunque sólo sea por dar la cara, sin posibilidad alguna de triunfar en la gestión. Aunque sólo sea porque es Navidad. El coronavirus se presentó tan de sopetón, que no han podido gobernar desde la normalidad ni un instante. Hasta el país más civilizado no para de batir su propio récord contando muertos. La incertidumbre es de tal magnitud, que más de un dirigente habrá pensado en amañar las elecciones, pero para perder. Admitamos que nadie se atrevería, en su sano juicio y con algo que perder, a saltar a la política. Y además, han pasado 48 horas desde que la Junta anunció -otra vez- que construirá el hospital regional y la oposición esta vez no se ha puesto a gritar. Hay quienes creen en la Navidad con una fe ciega. Usted mismo.

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